El pasado 19 de marzo, cerca de Vilardevós, Orense, la Guardia Civil pilló a un ladrón arrepentido. Su delito puede costarle tres años de cárcel, pero su aventura nos dará en qué pensar.
El pasado 30 de diciembre, el personaje robó una figura de San Pedro de la iglesia de esa población, una talla en madera que tenía sesenta años y que, según las fuentes consultadas, no tenía mucho valor. El delincuente, que cuenta con veintidós añitos, se llevó el San Pedro en vez de los candelabros Dios sabe por qué. Dicen que al lado de esa talla había un San Sebastián barroco que valía un potosí. Si necesitaba dinero, hizo un mal negocio; si quería un santo en su vida, escogió el mal camino... o el santo que no era.
A partir de ese momento, la vida torcida y delictiva de nuestro protagonista comenzó a torcerse todavía más. Nadie daba un duro por el San Pedro, y tuvo que quedárselo en casa. Tres meses de comprador en comprador... Entonces comenzó una racha de accidentes y desventuras, que se sucedían un día sí y el otro también. Se le caía encima el café en el desayuno, perdía las llaves de casa, su equipo de fútbol recibía una tanda de goles que para qué contar, se le rompieron los pantalones... En éstas, le dejó la novia. No han transcendido los detalles, pero la mujer le dejó plantado. Ahí te quedas. Compuesto y sin novia, el desgraciado tuvo que enfrentarse a otro grave incidente: se le incendió el coche. Siniestro total. El fuego de la pasión se le llevó la churri y el de la gasolina, el buga.
Fue entonces cuando el ladrón asoció el robo del San Pedro a sus desgracias. El santo era gafe. Convencido de ello, el ratero decidió desprenderse de la talla, abandonándola en un bosque vecino a Vilardevós, cerca de la iglesia, para que la encontraran los feligreses y pudieran maravillarse de la súbita aparición del santo, pues lo que se perdió ha sido encontrado. ¡Quiá, feligreses! Quien dio con el santo, y con su ladrón, fue la pareja de la Guardia Civil, que ya había oído hablar del santo a los peristas y confidentes. El gafado fue detenido y San Pedro ha vuelto a su nicho en el altar de la iglesia de Vilardevós, después de la aventura.
No sabemos si el personaje se curará de ladrón, pero no volverá a robar santos.
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