El dolor se hizo ayer con las calles de la ciudad, ahogando en penas las palabras que querían escapar del cerco de los dientes para volar en pos de la gloria con alas peregrinas. La diosa Fortuna nos ha vuelto la espalda y hemos visto cara a cara el rostro de la tragedia, vivimos el drama, saboreamos la catástrofe, sentimos el vértigo del abismo y el vacío en el estómago. Ya lo sabemos: esto se hunde, definitivamente, y nosotros, detrás. Ay.
Hablaba de fútbol, naturalmente. ¿De qué, si no? Lo demás, no importa, aunque vaya peor.
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