Así es como lo dicen los italianos, que tienen un disgusto en el cuerpo, pobres... Ducati es un símbolo de la ingeniería italiana, de su genialidad y su exceso, también de la belleza que son capaces de crear los ingenieros cuando se ponen a fabricar cosas bonitas. Son motocicletas deportivas con una larga historia, ensombrecida por las deudas, porque una cosa es construir las mejores motocicletas del mundo (o casi) y otra es ganar dinero vendiéndolas. Y eso que venden cuarenta mil al año, y se dice rápido.
La familia Bonomi, una de esas familias italianas que se dedican a ganar dinero desde hace muchísimo tiempo, compró Ducati por unos trescientos millones de euros a un norteamericano que había querido invertir en algo grande y le salió el tiro por la culata. Una ganga, cuatro perras por Ducati, que estuvo a punto de cerrar.
La empresa ha sido de Investindustrial Holding, es decir, de los Bonomi, mientras se buscaba quién podría comprarla. Sonaron los nombres de Mahindra y BMW, incluso el de Daimler-Benz, pero al final han sido los alemanes de Audi (que es casi lo mismo que decir Audi-Volkswagen-Porsche) los que se han quedado con la marca, pagando algo más de ochocientos sesenta millones de euros por la empresa.
Cuentan que es una maniobra de Audi (y compañía) para hacerle la puñeta a BMW. En BMW miran hacia Audi con mala idea, porque eso es meterse en un terreno hasta ahora exclusivo de los bávaros.
No interesa que Ducati pierda su filosofía de diseño y fabricación, pero sí que la gestione un alemán. Pobre alemán... ¿Ya podrá con los italianos? ¿Por qué no va a poder? Audi hizo lo mismo con Lamborghini y no le ha ido nada mal a los Lambo desde entonces. Ma un Lambo col motore tedesco fa schifo, que dicen los más puristas. Amén.
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