La rocambolesca teoría del Cervantes que es Servent

De un tiempo a esta parte se da demasiada publicidad a ciertas extrañas teorías históricas que pretenden demostrar que Cristóbal Colón era en verdad Colom y catalán, lo que ni nos va ni nos viene, sino es porque no se ha podido demostrar fehacientemente que lo fuera. Según la mayoría de historiadores que saben del caso, era un marino genovés. ¿Genovés de Génova? Podría ser genovés de pura cepa, pero en esa época y con ese oficio hubiera podido ser cualquier cosa y tener un padre cualquiera, pues en tales días no se concebía lo que nosotros concebimos como nación. De hecho, ¿qué más da que fuera genovés, valenciano, catalán, judío o de Pernambuco? Allá fue, a buscar Cipango, y tropezó con el Caribe. Lo demás, cuentos.

Pero la teoría tiene éxito en círculos que anteponen la fe nacional al cada vez más raro uso de la razón para dar con la verdad. Lo peor es que esas teorías, que no aguantarían diez minutos en manos de un entendido, se van haciendo sitio en la Cataluña oficial y la gente se las cree, como cree en los marcianos y la homeopatía. Eso nos da en qué pensar, y no es muy bueno, precisamente, lo que uno piensa de la gente y de la Cataluña oficial.

La última rocambolesca invención viene de lejos, pero tiene tela, y dice que el Quijote fue en verdad el Quixot, y que no lo escribió Cervantes, que no era más que un funcionario castellano (español, quiero decir) iletrado e inculto, sino un tal Servent, de Jijona, catalán de corazón y de verbo, aunque valenciano de carné, que escribió las aventuras de Alonso Quijano y Sancho Panza en catalán y que éstas, como resultaban intolerables para Su Católica Majestad, la de España, porque la ofendía tamaña desvergüenza y denuncia de su imperialismo opresor, de su maldad y demás, mandó traducirlas al castellano, atribuirlas al tal Cervantes y hacer desaparecer la autoría del valenciano para no dejar rastro de la catalanidad del texto.

Ahí queda eso, ahí es nada. Y lo dicen en TV3 como si se tratara de una hipótesis historiográfica seria y enjundiosa, y no una monumental gilipollez. Porque, le pese a quien le pese, es una monumental gilipollez.

La primera objeción seria que se me ocurre es que Su Católica Majestad habría podido quemar el libro y ahorrarse tantas molestias, de haberse sentido tan ofendido por ese personaje rico, culto, leído y guapo que era ese tal Servent, de Jijona. Hubiera sido más barato, rápido y efectivo acudir a la hoguera que no inventarse un Cervantes (pobre, manco, feo y tonto, según la teoría), traducir un libro y largar una historia tan complicada y rebuscada que ha sido capaz de engañarnos a todos durante más de cuatrocientos años (excepto al puñado de historiadores que han descubierto tal cosa, por supuesto, que son más listos que nadie, más que Abundio).

No mentaré la legión de lingüistas, académicos, literatos y estudiosos que han diseccionado el Quijote casi letra a letra, y de ellos viene el dicho que pregunta si era asno o pollino (pues Cervantes escribió unas veces que iba Sancho a lomos de burro y otras, a lomos de asno). Es tanto lo que sabemos del Quijote que sostener una teoría como ésta merecería pruebas extraordinarias, fuera de serie, inconcebiblemente sólidas y contundentes... que no existen. Cualquiera que haya leído el Quijote se llevará las manos a la cabeza al oír semejante disparate (lo del asno y el pollino, no, lo de su origen valenciano). Si encima lo ha estudiado...

No cabe ninguna duda a nadie que haya leído el Quijote que Cervantes conocía la literatura valenciana (elogia el Tirant lo Blanch mentándolo el mejor libro de caballerías jamás escrito, lo que tiene segundas intenciones para quien sepa leer) y se sentía muy a gusto con la cultura mediterránea, porque sirvió en galeras y combatió en Argel. De ahí a insinuar que Cervantes fuera Servent... En fin, qué decir.

La teoría del Quijote catalán tiene todos los síntomas de la teoría de la conspiración: un malo malísimo dispuesto a falsear la historia y engañarnos a todos; un plan absurdo, rocambolesco, inusitado y poco razonable, que deja en pañales al doctor Moriarty o a Pierre Nodoyuna; unas pruebas que poco prueban; un sagaz investigador que apela a una conjura contra su personal persona por parte de los historiadores oficiales (españoles, por supuesto) cuando se siente incómodo; una teoría que nos gustaría que fuera cierta, porque da alas a lo que deseamos, aunque sea más falsa que un duro de cuatro pesetas; etc. Es, palmo a palmo, idéntica a la de los marcianos de Roswell o la del Club Beinderberger... o como se llame, ya saben de quién hablo.

Eso sí, sale por TV3, aunque tenga menos fundamento que un castillo en el aire. Ya dijo Goebbels, uno que sabía de esto, que a base de mentiras al final se lo creerán.

4 comentarios:

  1. Uno de los motivos por los que el catalanismo no rasca bola en Valencia es éste.

    El siglo XV es conocido como el siglo de oro VALENCIANO. Todos los grandes autores eran valencianos, más alguna excepción como F. Eiximenis, catalán huido. Todos los autores además afirmaban escribir en VALENCIANO y lo han dejado escrito durante siglos, como en el prólogo de Tirant Lo Blanch. Y además consideraban una clara separación lingüística entre valenciano y catalán, como por ejemplo expresó el propio Eiximenis al llegar a Valencia y aprender lo que él consideraba "una lengua más culta".

    Pues llega el siglo XIX y el catalanismo, bajo el lema del Reich "una lengua, una nación", y se empeña en decir que la lengua y la cultura son las mismas, y por supuesto originarias de Cataluña.

    No han parado hasta estos días. Un grupo de señores, con el único fin de desprestigiar a Cervantes (ó darle prestigio a una Cataluña medieval que estaba a la cola de Europa en todo), le buscan los orígenes catalanes al Quijote. Como escritores catalanes no hay en esa época, buscan uno valenciano y dicen que en realidad es catalán. Ahí, haciendo amigos por todas partes y luego pidiendo respeto al "hecho diferencial".

    Por supuesto califican a Cervantes de inculto. Como está muerto y no se puede defender, no pasa nada. Pero lo que realmente es inculto es reducir la obra de Cervantes al Quijote. Si realmente lo plagió, ¿de dónde salen el resto de sus obras?

    ResponderEliminar
  2. Querido anónimo,

    Aunque soy de los que cree que el valenciano es un dialecto del catalán, lo que no es ni bueno ni malo, sino sólo una apreciación técnica, y que tal opinión no es más que una cuestión filológica, donde no tendría asomar la política, y los filólogos sabrán, coincido con usted en parte del núcleo de su discurso. (¿Cuándo escribiré frases cortas?)

    En el siglo XV, la potencia económica y cultural en lengua catalana (o dígalo como quiera, me da igual) era Valencia, porque la Cataluña de entonces estaba enfrentándose a una acelerada y rapidísima decadencia, en todos los sentidos del término, política, cultural, económica, social... Y para Valencia fue, en efecto, un Siglo de Oro. (Por cierto, ¡no nos dejemos los Borgia!)

    Me gusta su comentario sobre el resto de la obra de Cervantes. ¿También la escribió Servent? Yo diría que no.

    Hay que tener mucho morro para enfrentarse a uno de los cinco libros más estudiados y conocidos del mundo y sostener una teoría tan arriesgada sin tener ni poder mostrar ninguna prueba contundente o extraordinaria que la sostenga. Y muy contundente y extraordinaria tendría que ser. ¿Y dónde está? Chi lo sà!

    ResponderEliminar
  3. Mi comentario no pretendía discutir cuestiones filológicas, sino hacer ver el intento de dominación del catalanismo sobre sus supuestos "hermanos".

    Ante la problemática de tener 3 lenguas ó dialectos emparentados, distintos del castellano, la solución ha sido llamarlas a todas "catalán" y hacerlas converger hacia la gramática propuesta por el sector catalanista. En vez de buscar un consenso científico bajo una denominación neutral y común, ó de considerarlas 3 lenguas inteligibles entre sí.
    Ejemplos hay muchos. El gallego y el portugués, las lenguas escandinavas (excepto el finés), ó las lenguas eslavas (incluyendo un fracasado intento de unificación bajo el nombre de "serbocroata").

    Para lograr ese objetivo han utilizado cualquier técnica de manipulación sin la más mínima vergüenza. Falsificación de los textos clásicos (en el cantar del mío Cid el ejército "franco" de Ramón Berenguer se transforma mágicamente en "catalán" dependiendo de la editorial), financiación desproporcionada de entidades "culturales", compra de cátedras en universidades...

    En el momento en que esto ocurre, y la unificación sólo viene desde una parte, se convierte en imposición. Y ahí no hay fundamento científico que valga.

    Todo esto viene a cuento porque el mecanismo de manipulación es el mismo. Si la historia no le da importancia a la casta catalana, nos la inventamos. Y así seguirá hasta que callen los que no están de acuerdo. En 100 años toda la comunidad "científica" creerá que los reyes de Castilla montaron un ejército de traductores para borrar todo rastro de la superior cultura catalana. Del mismo modo que se habla ahora de corona (o confederación) catalano-aragonesa.

    Lo más lamentable es que, al menos a mí, no me dieron más de dos clases sobre el Quijote y el siglo de oro. Ninguna sobre los Borgia. Ninguna sobre Felipe II y las guerras contra los ingleses (bueno, sí que me mencionaron a la "armada invencible", que para las derrotas sí que hay hueco en el programa). Ni tampoco sobre la conquista americana más allá de las matanzas (vamos, que en mis libros de texto había un vacío de casi cuatro siglos en lo que respecta a América).
    En cambio una teoría de la conspiración como esta tiene hueco en la TV pública, en asociaciones de historia, y hasta en la Wikipedia catalana. Y no es nuevo. Creo que el mismo personaje-historiador lleva ya una década con estas teorías.

    Un placer leerle y encantado de conocerle,

    Enrique J

    ResponderEliminar
  4. La lección que tendríamos que sacar de ésta es que lo mejor que podemos hacer es leer "El Quijote", que es libro de buen leer y bueno donde los haya. Lo demás, tonterías.

    ResponderEliminar