El tren llegó puntual


Andreas es un soldado alemán que regresa al frente. Toma un tren hacia Przemyśl, Polonia, donde se incorporará a su unidad. Estamos en 1943. Andreas ha sido un héroe de guerra, un soldado de la quinta de 1920 que ya ha conocido la guerra, que ha sido herido tres veces, pero que ahora, así que arranca el tren, tiene un presentimiento que no ha conocido antes: va a morir pronto.

¿Cuándo es pronto? Andreas comienza el cálculo del tiempo que le queda y comienza a darle vueltas al asunto mientras el tren atraviesa Alemania y Polonia. Las aventuras de Andreas y su imprevisto final se contemplan todas ellas desde la perspectiva de este finiquito, de una muerte al acecho, que llegará pronto, pero no sabemos cuándo.

Con esta alegría en el cuerpo transcurre la primera novela de Heinrich Böll, El tren llegó puntual (Der Zug war pünktlich), que traduce Julio F. Yáñez y publica RBA. Es una novela interesante, escrita en 1949. Algunos autores buscan en el comportamiento del soldado Andreas los síntomas del estrés postraumático, pero lo cierto es que ni Böll ni nadie sabían qué era eso cuando se escribió la novela, aunque Böll conocía la guerra por haberla vivido. No lean el libro como si fuera la sintomatología de un infeliz, sino como una muestra de la profunda estupidez a la que se somete el soldado. Es una obra recomendable, de un autor del que poco sabemos en España, aunque se llevó un Premio Nobel de Literatura en los años setenta.

Como nota curiosa, en la portada de la edición de RBA aparece una fotografía de un grupo de soldados alemanes en un tren. Böll es uno de ellos. Adivinen quién.

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