Ni pagando


Rueda de prensa típica en Bruselas. Fíjense en el lleno de la sala.

He conocido corresponsales en Bruselas que me han descrito los intríngulis de su oficio en la capital de Bélgica y de la Unión Europea. Todos ellos coinciden en un punto: Las ruedas de prensa europeas son un coñazo. Da igual quién las convoque. Tanto da que sea una comisión del Parlamento Europeo, alguna de las Direcciones Generales de la Comisión Europea o cualquier otra institución comunitaria, tanto da, que será un coñazo lo mismo.

Sale un funcionario europeo a la tribuna y da lectura a un comunicado de prensa sobre... Qué importa. Nadie entenderá nada, diga lo que diga. Si algún periodista pregunta, es mal visto, porque alarga el tedio. Pero si hace una pregunta interesante, el funcionario conseguirá devolver las cosas a su justo lugar con otro tedioso discurso monográfico sobre el etiquetado de la merluza noruega que vendrá a decir lo mismo que el anterior.

La sala de prensa del Consejo de la Comisión Europea... si no me equivoco.

En resumen, los corresponsales en Bruselas se reúnen en cuadrillas y rifan quién de ellos va hoy a la ruedas de prensa. El que pierde es el que va, procura no roncar si se duerme y luego se hace con una copia del comunicado y lo pasa a sus amigos. Con el comunicado en la mano, el audaz corresponsal en Bruselas acude a su despachito y escribe en su ordenador: Hoy, el vicesecretario Fulano de Tal ha anunciado medidas drásticas para conseguir la unificación del etiquetado de la merluza noruega, por ejemplo. En la sede del periódico leerán el comunicado y publicarán en las páginas interiores que Fulano de Tal ha llamado merluzo a un ministro noruego por no saber leer una etiqueta.

Corresponsales europeos en acción.

Lo peor, me cuentan, es la reunión del Parlamento Europeo en Estrasburgo. Una vez al mes, los parlamentarios se reúnen ahí, en Francia, para hacer el paripé. Ellos, felices, pues suman al sueldo de diputados 287 euros al día en dietas. Esta migración mensual de diputados de Bruselas a Estrasburgo cuesta, por lo bajo, 200 millones de euros cada año.

El Parlamento Europeo en Estrasburgo, vacío.

Esto es lo peor, dicen mis amigos. Tener que levantarse un día en Bruselas y pillar un tren o un avión para Estrasburgo, pasar ahí una noche o dos para que, al final, una diputada de nombre impronunciable convoque una rueda de prensa en la que anunciará aquello tan esperado, que Fulano de Tal, el merluzo noruego, será etiquetado convenientemente, según la resolución adoptada hace unos momentos por la comisión parlamentaria de Ciencias y Letras o qué sé yo.

Los hoteles salen carísimos y a veces hay que compartir habitación con uno al que le huelen los pies, el periódico paga a destiempo, el viaje es incómodo, el tedio... monstruoso. Muchos periodistas se ahorran el viaje y copian los comunicados de prensa del sitio web del Parlamento Europeo.

Cuentan que sólo un corresponsal español hace actualmente el viaje de Bruselas a Estrasburgo cada vez para seguir de cerca la política europea. El resto se queda con el Menenquempís y le dice que allá tú, que lo que es yo, que viaje su abuela. Los corresponsales italianos y alemanes, en cambio, son los más cumplidores y suman una docena de corresponsales yendo y viniendo de aquí para allá. El resto, se escaquea como puede.

No es de extrañar que los responsables de prensa del Parlamento Europeo hayan decidido tomar cartas en el asunto, porque las salas de prensa se vacían por momentos. En 2013, año de crisis todavía, cuentan con un presupuesto de 10.200 euros al mes para invitar a Estrasburgo a los periodistas con corresponsalía en Bruselas. Les pagarían dietas de 180 euros al día y les pagarían los gastos de desplazamiento de Bruselas a Estrasburgo y viceversa.

La excusa es que queda un año y medio para las elecciones al Parlamento Europeo y nadie en Europa habla seriamente de lo que hace o decide, aunque sea muy importante. Quizá si los periodistas... En fin, veremos si la medida tiene éxito.

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