Se abre el telón y aparece una señora estupenda. Abre un armario y aparecen docenas de zapatos y sandalias de tacón alto. La señora estupenda arruga el ceño. Ay, dice, estos tacones me van a hacer daño. Ergo, me compraré un producto para curar las ampollas. Se cierra el telón con el nombre del producto. Fin.
No digo más.
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