Los nazis tenían mucha afición por los libros.
Los empleaban como combustible.
El Partido Nacionalista y Socialista de los Trabajadores Alemanes, o NSDAP, tenía una afición desmesurada por alimentar las hogueras con libros prohibidos. Los nazis, en efecto, organizaban festejos populares donde se quemaban gran cantidad de libros sospechosos. Unos, porque fueron escritos por judíos; otros, porque eran políticamente incómodos, pues defendían el socialismo no nacionalista, la democracia liberal, la ilustración, el pacifismo o los derechos humanos.
Estos jovencitos que queman libros luego quemaron personas.
Bajo la complaciente mirada de Heidegger o Rosenberg, los libros de Perutz, Remarque, Roth, Zweig o tantos otros fueron enviados a la hoguera. Algunos autores degenerados y muchos otros alemanes iban a correr la misma suerte que los libros y por razones parecidas. Como dijo un gran sabio alemán, donde comienzan quemando libros acaban quemando personas.
Esto pasa por quemar libros.
Luego vino la guerra y quien siembra vientos recoge tempestades. Alemania quedó arrasada. Muchas ciudades, literalmente arrasadas. Entre los libros que se quemaron antes de la guerra y los que se quemaron a causa de ella, los alemanes se quedaron sin material de lectura.
Es muy peligroso dejar a un pueblo sin libros. Los regímenes totalitarios menosprecian la lectura y los pueblos que no leen son víctimas del populismo, se dejan adocenar y forman partidos sin el auxilio de la crítica y la razón. Echen un vistazo alrededor, si no me creen. Por eso, y porque era preciso que los alemanes leyeran, nació el Ro Ro Ro, del que no tenía noticias hasta hace muy pocos días y que me ha gustado tanto que por eso les cuento.
El logotipo de Ro Ro Ro.
La idea era publicar buena literatura y muy barata, para que estuviera al alcance del mayor número posible de alemanes. Esa fue la conclusión a la que llegaron Ernst (padre) y Heinrich (hijo) Rohwolt, propietarios de la editorial Rohwolt Verlag. Todavía existe (http://www.rowohlt.de/), felicidades.
La forma más barata de imprimir un texto es con una rotativa, en formato tabloide, como se imprimen los periódicos. Han de imprimirse muchas páginas iguales, pero el coste por página es el más bajo de todos. Pues ¿por qué no imprimir una novela que parezca un periódico? En vez de llevar el Frankfurte Zeitung, o lo que sea, usted llevará bajo el brazo Madame Bovary, que los nazis tenían muy mal vista. El tipo de letra, roman, con sarifa, que es uno de los más empleados en los libros y en los periódicos porque es de los más fáciles de leer.
De ahí el nombre Ro Ro Ro, de Rowohlt Rotations Romane, en alemán, el nombre de la colección. Los libros pronto serían conocidos como los rororos. Se vendían a un marco alemán la unidad, un precio muy bajo entonces y ahora. Vean algunos ejemplares aquí (http://www.lewin-fischer.de/).
El primer rororo de la colección, diciembre de 1946.
En diciembre de 1946 publicaron los cuatro primeros rororo, de los siguientes autores: Kurt Tucholsky (Schloß Gripsholm), Alain Fournier (Der große Kamerad), Ernest Hemingway (In einem andern Land) y Joseph Conrad (Taifun). Todos ellos, prohibidísimos por los nazis, qué estupidez.
Los rororo se vendieron como churros y tuvieron un grandísimo éxito. Se comenzó por la literatura, sin más. Luego se abrió el catálogo a libros de ensayo, especialmente político, donde los alemanes aprendieron a leer en democracia. En los años 50 subió el precio a un marco y medio, pero hay que añadir que se había mejorado mucho tanto en la calidad del papel como de la impresión. Luego vinieron los libros fresados (encolados) y las ediciones de bolsillo de pasta de papel. Los rororos con formato de periódico desaparecieron, discretamente.
Un rororo de 1949, de Jack London.
En suma, la construcción de la ciudadanía y la democracia en Alemania debe mucho a los rororos. Es lo que nos gusta pensar a los aficionados a la lectura, pero algo de cierto hay en lo dicho. Sea como sea, se han convertido en una leyenda del mundo libresco.
He sabido de los rororos porque una editorial florentina, Clichy (http://www.edizioniclichy.it/), ha resucitado la idea y la ha presentado en el Salone Internazionale del Libro di Torino (la Feria del Libro de Turín, para entendernos).
Clichy es una empresa muy joven. Nació en 2012 y es una pequeña editorial independiente. Publica libros infantiles y juveniles, pero presta una especial atención a los clásicos, que también están libres de derechos de autor. Así, publica a Conrad, Collodi, Dickens, Dostoievski, Stevenson... en bellas ediciones y en su nueva colección, ¡Ro Ro Ro!
Uno de los rororo editados en Florencia por Clichy.
Vende las novelas rororo a un euro la pieza, pero hay un descuento promocional y salen a 85 céntimos cada una. El catálogo es éste y podrán encontrar (en italiano, naturalmente) a autores como Luigi Pirandello (La patente), Virginia Woolf (Una stanza tutta per sé), Raymond Radiguet (Il diavolo in corpo), Giovanni Verga (Rosso Malpelo), Franz Kafka (La metamorfosi), Nikolaj Gogol (Il naso), Hermann Melville (Bartleby lo scrivano), Edgar Allan Poe (Il cuore rivelatore), Robert Louis Stevenson (Lo strano caso del Dr. Jekyll e Mr. Hyde), Fedor Dostoevskij (Le notti bianche), Joseph Conrad (Cuore di tenebra) o Joseph Roth (La leggenda del santo bevitore).
Grandes clásicos, en gran formato, a un euro la pieza.
¡Bravo! ¡Muy bien! Ojalá tengáis suerte.
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