No hay crispación, hay tensión


Los catalanes estamos ¿tensos o crispados?

No hay crispación, dicen, sólo hay tensión. Pues, maldita la diferencia. 

Todo porque hace unos días el líder del PSC... de lo que queda del PSC, perdón, don Pere Navarro, recibió una hostia sin consagrar cuando acudía a una primera comunión a la que había sido invitado. En vez de un cura con la Forma, se le acercó una señora bien, de mediana edad, de misa, ya saben, y sin más, así tal cual, le dijo Fill de puta! (¡Hijo de puta!, en catalán) y le soltó un puñetazo en la cara. Es decir, resumo: Fill de puta!, zas, pum.

El señor Navarro fue víctima de una agresión injustificada e injustificable. Todavía dolido por la humillante escena, buscó razones que la explicaran y mencionó, cito, un clima de crispación política en Cataluña

Un clima de crispación política, ya ven.

Según la tesis navarrista, los partidarios de la secesión de Cataluña encienden los ánimos del común con soflamas patrióticas que mueven más a la emoción que al raciocinio y alguno se emociona demasiado, como la señora de misa. Comparto esta tesis, porque el discurso político nacional(ista) se aleja de la razón crítica, por definición, pues opone el sentimiento nacional al contrato social y eso se consigue encendiendo los ánimos y apagando las razones. Aquí y donde se dé, que vale para esta nación y esta otra, que no hay nada nuevo bajo el sol, que por no ser, no somos ni originales. Pero no hablaba de filosofía política, sino de calenturas.

En suma, sostienen algunos, todo el día dándole a la matraca nacional aquí, allá y acullá provoca crispación. Decir esto y montarse la de Dios es Cristo ha sido una. Qui paga, mana, que dicen en catalán. Todos a una, los tertulianos y columnistas del Grupo Godó, de la CCMA y afines se han llevado las manos a la cabeza. ¡No, no! ¡En Cataluña no hay crispación política! ¡No! Un poco de tensión... vale, pero nada de crispación. Ni así. Nada.

¿Crispación? No, tensión. Eso dicen.

Los políticos (básicamente, de CiU, ERC e ICV), después de azuzar a los perros de la prensa y preparar el terreno, han tomado la palabra y han aclarado las cosas. El señor Navarro es un exagerado. Como es público y notorio, y ahí está la prensa para corroborarlo, en Cataluña no hay crispación, sólo tensión política. Las palabras son una cita textual de las que dijo el señor Rull, vate convergente. 

Suena que todos se han puesto de acuerdo para decir que no hay crispación política entre los catalanes; si acaso, algo de tensión. Todos dicen lo mismo, todos. Los periodistas, los columnistas, los tertulianos, los correveidiles de los principales partidos políticos que defienden la Consulta... También es casualidad. O unos imitan a los otros y aquí nadie piensa por sí mismo o leen todos la misma cartilla. 

Como pueden ver, el catalán medio no está crispado. Si acaso, tenso.

Me da que alguien se ganará la vida escribiendo: Hay que responder sosteniendo que no hay crispación, sólo tensión política y enviando el mensaje a portavocías, periódicos y cadenas de televisión. Supongo que será el mismo negro que inventó aquello de ajustes presupuestarios para decir recortes. En fin, cada uno se gana la vida como puede. 

La tesis oficial es que la hostia que se llevó el señor Navarro puede que se haya explicado mal. Según los más radicales, el señor Navarro golpeó con su rostro la mano cerrada de una señora bien que pasaba por ahí. Según la opinión publicada y gran parte de la opinión pública, la señora le arreó una hostia, sí, pero menor, de pacotilla, en cualquier caso sin significado político alguno, porque la señora estaba tensa, no crispada.

La sutil diferencia semántica entre tenso y crispado es irritante.

Tengo que reconocer que en este punto de la argumentación ya me he perdido. Me dicen tensión, que no crispación, y yo pongo cara de crédulo. Ah, tensión... digo. No crispación, tensión... Vaya, vaya.

¡No es lo mismo! Caramba, que no, insisten ante mis dudas. Pero el matiz es algo tan profundo, tan sutil, que merece examinarse con atención. Acudamos al diccionario de la RAE y vayamos por partes.

Crispación viene del verbo crispar, del latín crispare, y es una contracción repentina y pasajera en el tejido muscular o en cualquier otro de naturaleza contráctil. Por eso, coloquialmente, se acepta que signifique irritar, exasperar.

Irritar viene del latín, irritare, que es hacer sentir ira o excitar vivamente afectos o inclinaciones naturales como los celos, el odio, la avaricia o el apetito. 

Cómo no, exasperar también viene del latín exasperare y es lastimar, irritar una parte dolorida o delicada, por lo que también significa irritar, enfurecer, dar motivo de enojo grande a alguien. 

Es decir, si me molestan o me duele, me suelo crispar y estoy crispado si me siento airado o inclinado al odio, los celos o la envidia, por mentar emociones al uso.

Tensión viene del latín tensio, -onis, y tiene varios significados que podrían aplicarse al caso. Es un estado de oposición u hostilidad latente entre personas o grupos humanos, como naciones, clases, razas, etc. y es un estado anímico de excitación, impaciencia, esfuerzo o exaltación.

No cuesta adivinar que si existe una oposición u hostilidad latente entre personas, hay crispación en ellas. Si están dispuestos a darse de hostias entre sí, están tensos, sí, pero también podríamos decir crispados, y viceversa. Porque dígase alto y claro: los tensos y los crispados tienen en común andar enfadados los unos y los otros. El enfado es el enojo, un movimiento del ánimo que suscita ira, una impresión desagradable y molesta que hacen en el ánimo algunas cosas. 

¡Así es! Los mismos que sostienen ahora que no hay crispación, sino tensión, y maldita la diferencia, son los que promulgaban la tesis del català emprenyat, o catalán cabreado, enfadado. Cabrear es enfadar, amostazar, poner a alguien malhumorado o receloso, incluso hastiar, aburrir. Ése es el estado catalán por excelencia, y la culpa es de Madrid, naturalmente, aunque los Telenotícies de TV3 hastían y aburren a partes iguales. Por lo tanto, el catalán está tenso, irritado, exasperado, hastiado, aburrido, enfadado... y crispado. Está que mejor no tocarlo ni llevarle la contraria, así está.

El català emprenyat, tenso y crispado.

En suma, si ustedes me dicen que no sale el sol, que sólo amanece, ¿qué quieren que les diga?

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