Consejo Asesor para la Transición hacia la Capital del Estado, y no es broma


La última humorada del señor Trias.
Los alcaldes de Barcelona siempre han destacado por su sentido del humor: la socarronería de don Narciso, las maragalladas de don Pascual, la inefable oratoria del señor Clos, los referéndums del señor Hereu y la socialdemocracia del señor Trias. Hay donde elegir.

No, damas y caballeros, no es broma, va de veras. El alcalde de Barcelona, el excelentísimo señor Trias, o es ilustrísimo, no me acuerdo... El señor alcalde, decía, quiere crear un Consejo Asesor para la Transición hacia la Capital del Estado, ahí es nada.

Me costó creer lo que estaba leyendo. Creía que era una broma. Ya sabemos que el señor Trias es un cachondo (col. Burlón, jocundo, divertido, según la RAE). Siempre bromea con su filiación política: Yo en verdad soy socialdemócrata, dice siempre que hay elecciones, y eso que milita desde hace mucho tiempo en un partido de derechas y nacionalista, hoy compadre de la Liga Norte italiana y que fuera socio del Frente Nacional francés en una cosa que se llamó la Eurorregión. Busquen en las hemerotecas.

Por eso, cuando sale con el Consejo Asesor para la Transición hacia la Capital del Estado... Qué risas. Y luego, oh, resulta que va en serio. Estupefacción. Con la de problemas que hay sobre la mesa y perdiendo el tiempo en gilipolleces, Dios mío.

Este consejo asesor nace en una solicitud del grupo municipal de ERC. Ya que Cataluña sufrirá una transición nacional, dicen, Barcelona tendrá que sufrir una transición de capital de provincia con posibles a capital de un Estado. Venga, pues, el consejo de asesores.

Pero no sabemos qué clase de Estado será: ¿Sólido, líquido, gaseoso, federal, confederal, de buena esperanza, civil, un estado de cosas o nacional, supranacional, plurinacional (por lo del aranés) ...? Como ven, hay donde escoger. Supongo que eso lo discutirá el tal consejo, no sé yo.

Ni que decir tiene que se inspira en el Consejo Asesor para la Transición Nacional (CATN) que promueve el Gobierno de la Generalidad de Cataluña. Pero el CATN nació muerto el mismo día que se supo que doña Pilar Rahola era una de las consejeras, y no hace falta decir más, sobran las palabras. Lo que diga el CATN vale lo que una tertulia de can Cuní.

El Consejo Asesor para la Transición hacia la Capital del Estado, que llamaremos CATCE, por no escribir tanto, nace cojo. En primer lugar, ¿dónde está escrito que Barcelona tenga que ser capital de ese Estado por definir? ¡En ninguna parte! Es más, en la era de las comunicaciones ¿necesitamos una capital? ¿Queremos reproducir el centralismo español y sustituir Madrid por Barcelona? ¿No será más de lo mismo? ¿No era contra eso contra lo que se luchaba?

Los ponentes de las Bases de Manresa en Manresa.
La capitalidad de Manresa sería muy interesante.

Las Bases de Manresa se escribieron en Manresa porque Manresa es a Cataluña lo que Madrid a España, geográfica y geométricamente hablando; es decir, cuenta con la ventaja de una posición de centralidad. Es el lugar ideal para disponer una capital de una quimérica República Catalana. Es el centro del país.

La imperial Tarraco, la única ciudad capaz de hacerle sombra a Roma.
¡Qué capital más chachi! A pocos kilómetros del gobierno, un casino para blanquear dineros.

Tarragona es otra opción, pues ha sido la capital más capital que hemos tenido nunca, ¡la imperial Tarraco! Si uno cree en la pancatalanidad de todos los pueblos de parla catalana, como los ponentes de la necesidad del CATCE, no tendrían que descartarse ni Valencia ni Zaragoza ni Mallorca ni Perpiñán... ni Nápoles, ya puestos. 

Cardona, una capital muy salada y un merecimiento histórico.

Podríamos señalar que Cardona tiene más derechos de capitalidad que Barcelona. Barcelona se rindió al rey Borbón; Cardona, no. ¿Por qué no podría ser capital Vilafranca del Penedès? O Matadepera. Los antiguos monasterios que salvaguardaron la fe también podrían ser capitalinos, por aquello de Catalunya serà cristiana o no serà! y el Crist, Catalunya! de don Jordi Pujol. Etcétera. Yo propongo Sitges, ya puestos, pero aceptaría una proposición que se demuestre mejor y más justa con el territorio.

Siendo convergentes, podríamos privatizar los derechos de capitalidad. Pregunten a Millet por los detalles.

2 comentarios:

  1. Este despropósito no tiene límites (ni de coste económico)

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  2. Como dijo el gran sabio, la sabiduría tiene límites, pero la tontería es infinita.

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