Anem per feina es una expresión típicamente catalana. Es lo que se dice cuando una reunión se desmanda y llega la hora de preguntar qué hay que hacer. Es un comodín que podría traducirse Pongamos manos a la obra, pero mejor ¡Manos a la obra! La traducción literal sería Vamos (a) por trabajo.
No se les ocurrió a los empresarios catalanes otro lema para convocar, cito, un acto unitario y de afirmación empresarial. ¡Cáspita! Un acto de afirmación... ¿Qué es un acto de afirmación?
Gracias al Diccionario de la RAE, sabemos que la afirmación es el acto o efecto de afirmar o afirmarse, y que afirmar es un verbo muy interesante. Puede significar poner firme o dar firmeza (a algo), asegurar o dar por cierto (algo)... y me gusta mucho el significado de afirmarse en la esgrima: irse firme hacia el contrario, presentándole la punta de la espada.
Dos tiradores; el de la izquierda, afirmándose.
Digo lo de la esgrima porque siempre que oigo hablar de un acto unitario me vienen a la cabeza Los Tres Mosqueteros, que gritan ¡Uno para todos y todos para uno! También aquello de ¡Fuenteovejuna! ¡Todos a una! A veces, con mala idea, lo reconozco, me vienen a la cabeza lemas tan unitarios como desgraciados: ¡Una, grande y libre! ¡Un pueblo, un imperio, un caudillo! ¡Una hostia te voy a dar, desgraciado! Etcétera.
Una afirmación unitaria.
Que todo el mundo esté de acuerdo en algo me da grima, porque el estado natural de las cosas es el de la diversidad de pareceres. Huelo el peligro, no sé cómo decirles, porque la perversión de la democracia, la peor de todas, es precisamente que todos vayan a una y se lleven por delante minorías, disidentes, críticos o despistados, porque la democracia nunca es justa si no va de la mano de la ley, que está no para defender a los fuertes, sino a los débiles. Al menos, en teoría.
Una jornada unitaria de afirmación de los fuertes, pues, me da en las narices que no será para bien. ¿Para qué necesita afirmarse la empresa catalana? Si fuera una empresa innovadora, productiva, eficiente, moderna, socialmente justa, que respetase los derechos de trabajadores y consumidores, pagase sus impuestos, hiciera lo posible por contaminar menos y se negara a participar en la corrupción de los cargos públicos... no haría falta que se afirmara, digo yo.
Ya que los empresarios tienen ganas de fiesta, podrían celebrar el día de su santo patrón, San José, empresario ebanista, todos juntos (unitariamente) y alegres. Pero, ay, Sancho, con la Iglesia hemos topado, porque el santo patrón de los empresarios es el santo patrón de los trabajadores (y de los sindicatos), San José, obrero.
San José, en plena actividad empresarial.
Así que Fomento del Trabajo, la gran patronal catalana, decidió organizar un acto unitario de afirmación empresarial laico, que prescindiera del auxilio de las fuerzas celestiales, y en mal día se le ocurrió prescindir de tales aliados, porque se el acto de afirmación unitaria de marras ha quedado maldito desde el primer día y se ha convertido en un guirigay que echa para atrás.
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