En 2010, el gasto sanitario público por catalán y año era de unos 1.300 euros. Catorce Comunidades Autónomas tenían un gasto superior por habitante y año. En la Unión Europea (toda ella), la media era superior a los 1.600.
Gracias al ímprobo esfuerzo y tesón de don Artur Mas y su Gobierno de los Mejores, eso cambió. El gasto sanitario público por catalán y año hoy mismo apenas supera los 1.000 euros, las listas de espera se han incrementado un 51% en dos años y los sindicatos médicos denuncian esperas de cinco años o más en determinadas intervenciones quirúrgicas.
Además del presidente Mas, uno de los máximos responsables de esta política de tan meritorios resultados es don Baudilio, a. Bío Ruiz, consejero de Salud. El señor Mas considera un proyecto personal convertir la sanidad pública en Cataluña en un merendero de empresas privadas (y privatizadas) y escogió a don Baudilio con nocturnidad, premeditación y alevosía. Se dejó aconsejar por el señor Prat, uno de sus asesores personales, un sinvergüenza notable, hoy imputadísimo, y por otros empresarios (que no médicos) que hacían su agosto con los hospitales concertados y el carné de CiU.
El Trío Lalalá. Los máximos gestores de la sanidad pública catalana.
Don Baudilio, Padrosa y Prat.
Don Baudilio era, recuerden, el presidente de la Unión Hospitalaria. Que se entienda: el representante máximo de la sanidad privada en Cataluña. Así lo nombraron consejero, así comenzó a instalar a su alrededor cargos, cargos y más cargos procedentes del sector privado que tenían y siguen teniendo como principal misión la de recortar, trocear y privatizar lo poco que queda de la sanidad pública catalana.
Uno de los cargos de confianza de don Baudilio, que él escogió y mantiene todavía, ha sido (y sigue siendo) don Josep Maria Padrosa, el director del Servicio Catalán de la Salud (CatSalut) y poseedor de un carné de CiU. Procedía de ostentar algunos cargos relacionados con la inspección sanitaria en Gerona, que ejercía siendo director general de una empresa privada del sector sanitario (sic). Era muy conocido y apreciado entre sus empleados por su acritud, su despotismo y su particular visión de lo que tiene que ser la inspección sanitaria, que quizá no coincida con la nuestra. A las víctimas de su gestión me remito.
Ahora El País denuncia que don Josep Maria Padrosa, desde enero de 2011, era a la vez director del CatSalut y apoderado de seis empresas privadas que facturaban a CatSalut más de 14 millones de euros. El País va más lejos. Mientras la mayoría de las empresas proveedoras del CatSalut han visto mermar en un 20% o más sus ingresos, las del señor Padrosa apenas un 9% y sólo el primer año. Todo parece indicar que han recibido un trato de favor.
Cuidado con Padrosa, que no es un don nadie. El CatSalut que dirige financia los hospitales, ambulatorios, ambulancias, centros de salud, etc., concertados en Cataluña. Eso es tanto como decir que el 97,9% del gasto del sistema sanitario catalán pasa por sus manos.
Es un problema. Todo señala hacia una dirección: el director del CatSalut es un déspota con patente de corso, protegido por CiU y el lobby empresarial sanitario catalán, que obtiene beneficios para sí de empresas que él mismo contrata para que hagan un servicio público. No será el único, porque el el sistema de sanidad público catalán depende fortísimamente de centros concertados, en su mayoría de gestión o propiedad semipública, medio privatizados, que ponen fácil esta clase de chanchullos.
Es tan compleja la red de intereses y sociedades que la gestión del CatSalut es por definición ineficiente. Si una persona honesta y honrada tendría problemas para controlar y combatir la corrupción en una sanidad tan atomizada y en manos de tanta gente, uno como Padrosa... En fin, no les cuento.
En 2012, el CatSalut gestionó más de 8.500 millones de euros. En 2010 habían sido más de 10.200 millones. Como pueden ver, el señor Padrosa no ha tenido ningún reparo en recortar el gasto sanitario en más de un 20%. Pero en honor a la verdad, no lo ha hecho indiscriminadamente, como creíamos, sin criterio ni cuidado. Al contrario, todo lo contrario. Ha procurado no recortar o recortar muy poco los contratos de los que él mismo, en persona, obtenía beneficios económicos.
Yo no quiero que dimita el señor Padrosa. Yo quiero que lo cesen.
Inmediatamente.
Más en las noticias en El País:
En la Plataforma de Afectados por los Recortes Sanitarios (PARS)
Y para echarse a reír, por no llorar, en:
Ante tanta bazofia, lo que verdaderamente merecemos es la independencia.
ResponderEliminarNo seas malo, Carlos.
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