Ay, Ferrari... Aunque el público ferrarista aplaudió y se lo pasó muy bien, aunque Alonso quedó segundo después de varios adelantamientos muy notables y Massa, octavo (partía de muy atrás), la ventaja de Red Bull es todavía insalvable. Por una razón, porque el sábado no corren, sino vuelan. Esa ventaja se aprovecha el domingo, cuando sufren un poco más, cuando los Ferrari corren mejor. En Canadá, un tapón durante la salida y tener delante cinco grandes pilotos con cinco coches muy competitivos puso las cosas difíciles para Ferrari y fáciles para Red Bull. Las primeras vueltas fueron la clave que dio la victoria a Red Bull. Con Ferrari más adelante, otro gallo cantaría.
Aprovecho, pues, para felicitarme por una buena carrera, pero también para dar rienda suelta a mi pesimismo, que es endémico y patológico; es decir, es realista. Con todo, queda mucho por delante y ya veremos.
Lo peor fue, con mucha diferencia, la muerte de un comisario de carrera, atropellado por la grúa que retiraba un coche de la pista. El último accidente mortal de un comisario en pista fue en Australia, en 2001.
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