La batalla de Ponte Grande


El sur de Siracusa y los alrededores del Ponte Grande, en 1943.

El desembarco y ocupación de Sicilia en 1943 fue la primera gran operación combinada aliada de la Segunda Guerra Mundial. Fue la primera batalla donde los aliados emplearon paracaidistas y tropas aerotransportadas a gran escala, y casi la última.

Sin entrar a discutir otros asaltos aerotransportados en Sicilia, nos fijaremos en la operación Ladbroke, que pretendía asegurar un puente de carretera al sur de Siracusa, el Ponte Grande, y tomar al asalto otras posiciones y baterías costeras de la Regia Marina, las que defendían el puerto y las playas de los alrededores. Esa operación se llevaría a cabo pocas horas antes del desembarco del 8.º Ejército británico. El asalto lo realizaría la 1.ª Brigada Aerotransportada (británica).

Planeador Hadrian, en primer plano, y C-47 Dakotas en el fondo. (1942).

Se diseñó el ataque con planeadores: 135 Hadrian (Waco CG-4A) norteamericanos, capaces de llevar 15 soldados a bordo, y nueve Horsa (británicos), que podían llevar 30 soldados o equipo pesado. Los remolcarían los Dakota (Douglas C-47) de la 51.ª Ala de Transporte norteamericana y los Albermale del 296.º Escuadrón y los cuatrimotores Halifax del 295.º Escuadrón.

Para evitar el fuego antiaéreo amigo, el plan de vuelo evitaría los convoyes de invasión. El plan de vuelo incluía tres cambios de rumbo en plena noche que presagiaban problemas de orientación.

Paracaidistas británicos a bordo de un Hadrian, rumbo a Sicilia.

Peor todavía. Los pilotos de los Dakota americanos nunca habían remolcado planeadores de ninguna clase. Los pilotos paracaidistas británicos no conocían los planeadores Hadrian y apenas habían tenido tiempo de entrenarse en su manejo a plena luz del día. Pese a las quejas de algunos oficiales, la operación Ladbroke siguió adelante.

A las seis de la tarde del 9 de julio de 1943, partió la 1.ª Brigada Aerotransportada hacia su destino. En total, 2.075 hombres, siete jeeps, seis cañones anticarro y diez morteros. Se había previsto que los planeadores aterrizaran prácticamente encima del Ponte Grande y las baterías enemigas.

Un Halifax remolcando un Horsa, en julio de 1943.
Observen la cantidad de polvo que levantan los remolcadores.

La cosa se torció desde el principio. Los aviones remolcadores levantaban tal cantidad de polvo en los aeródromos de Túnez que desaparecían de la vista de los planeadores y resultaba imposible saber cuándo despegaban. Ocho planeadores se perdieron por culpa de accidentes en el despegue.

Luego pillaron mal tiempo, vientos contrarios superiores a veinte millas por hora, hasta fuego antiaéreo. Para evitar los cañonazos del enemigo, los remolcadores volaron más alto y realizaron maniobras evasivas y no pocos se desorientaron. Luego, llegada la hora, soltaron los planeadores y regresaron a casa.

Muchos planeadores se perdieron en el mar.

Según los informes de los pilotos, un 90% de los planeadores habían aterrizado en el lugar previsto. Pero la realidad fue otra, muy diferente. Sesenta y cinco fueron a parar al mar, lejos de tierra firme. Cincuenta y nueve aterrizaron en cualquier parte en un radio de 40 km de sus objetivos. Sólo doce aterrizaron más o menos donde debían haber aterrizado.

De hecho, sólo un Horsa aterrizó cerca del Ponte Grande, el número 133, poco antes de las diez y media de la noche. Llevaba a bordo una sección del 2.º Batallón del Regimiento South Staffordshire (los Staffords) a las órdenes del teniente Withers y unos zapadores al mando del teniente Eric O'Callaghan, de la 9.ª Compañía Aerotransportada de Ingenieros Reales, zapadores paracaidistas.

Ésta podría haber sido la tropa del teniente Withers. Apenas un puñado de hombres.

Qué papeleta la del teniente Withers, tomar al asalto un puente tan grande como ése con un puñado de hombres. Dividió a sus hombres en dos grupos. Uno lo envió al extremo sur del puente y él y cinco hombres más formaron el segundo grupo, que cruzó el río a nado (sic) y se plantó en el lado norte. Entonces, atacaron con granadas de mano.

Los defensores eran soldados italianos del 120.º Regimiento de Infantería (Costera), una unidad de segunda fila, que se llevaron un buen susto y abandonaron los blocaos del lado norte, pies para qué os quiero. Los paracaidistas hicieron un puñado de prisioneros, que encerraron en un blocao.

Una o dos horas después, se presentó un camión cargado de soldados italianos. Fue emboscado por los paracaidistas, ametrallado y la docena de italianos que iban a bordo murieron todos.

El lugar de la batalla, Ponte Grande, hoy.

Los primeros refuerzos en llegar fueron el teniente Welch y siete paracaidistas, a las cuatro y media de la madrugada. A las cinco, llegaron quince zapadores paracaidistas. A las cinco y media, media docena más... Los paracaidistas, dispersos aquí y allá, tuvieron que apañárselas como pudieron para llegar a su destino en medio de la negra noche. A las seis y media de la mañana, no más de 87 hombres defendían el Ponte Grande.

Este Hadrian aterrizó encima de una tomatera.

A las siete, se presentó otro camión italiano que también fue recibido a tiros. Se retiró. A las ocho, los italianos comenzaron a tirar granadas de mortero contra los paracaidistas. Una de las granadas entró por la escotilla de uno de los blocaos del lado norte del puente y estalló matando a todos los prisioneros de guerra italianos.

Al parecer, se enfrentaban a dos compañías de marineros italianos. Los paracaidistas aguantaron el chaparrón con paciencia. Esperaban refuerzos procedentes de las playas hacia las diez de la mañana. Pero los refuerzos que llegaron primero fueron los italianos. A las once y media, tenían enfrente al 385.º Batallón de Costa y al 1.º del 75.º Regimiento de Infantería (Napoli). Estas tropas enemigas trajeron consigo piezas de artillería.

Uno de los blocaos del Ponte Grande, hoy en día.

A las doce y veinte, los italianos intentaron un asalto. No fueron más allá de la intención, pero las granadas enemigas comenzaban a hacer mella en las defensas de los paracaidistas. A la una menos cuarto, se retiraron a posiciones que podían defender mejor, al este y sur del puente.

Cubiertos por el fuego de mortero y ametralladora, los italianos avanzaron lentamente, sin prisas. A las tres menos cuarto, todos menos 15 paracaidistas habían caído muertos o heridos. A las tres y media, los paracaidistas habían agotado la munición. El teniente Welch (herido) y siete hombres más, que defendían una posición al sur del puente, lograron echarse al monte, esconderse en la vecindad y escapar de los italianos, pero el resto fue hecho prisionero.

Los sumaron a una columna de prisioneros que marchaba hacia Siracusa (muchos, paracaidistas como ellos, capturados aquí y allá). Noventa minutos más tarde, los captores se convirtieron en capturados porque tropezaron con la 15.ª Brigada de Infantería británica, recién desembarcada y se rindieron. Los paracaidistas tomaron las armas a los italianos y corrieron hacia el puente, para volverlo a tomar al asalto.

Los restos del Ponte Grande, hoy en día.

Mientras tanto, a las cinco menos cuarto, el teniente Welch y sus siete hombres habían tropezado con soldados escoceses de una avanzadilla de la 17.ª Brigada de Infantería. Quince minutos más tarde, guiados por el teniente Welch (que seguía herido), los paracaidistas y los escoceses tomaron el puente al asalto y por sorpresa, de nuevo. Como los paracaidistas habían retirado o inutilizado las cargas de demolición, los recién llegados pudieron asaltar y cruzar el puente, batir a los italianos en retirada y resolver el negocio deprisa y sin problemas. Poco después, llegaron los paracaidistas que habían sido presos y luego liberados y reforzaron la posición.

Así acabó la batalla del Ponte Grande.

El 13 de julio, los supervivientes de la 1.ª Brigada Aerotransportada se retiraron del frente y se reunieron en Túnez. Uno de cada tres hombres de la brigada había muerto o había sido herido. La mitad de las bajas habían muerto ahogadas en alta mar y se habían dado por desaparecidas.

Los tenientes Welch, Withers y O'Callaghan fueron condecorados con la Cruz Militar (MC) por sus actos heroicos más allá del deber, etcétera, en la batalla del Ponte Grande.

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