Los Delaunay-Belleville del RNAS


El hijo del zar Nicolás II con el Delaunay-Belleville de papá.

Delaunay-Belleville era uno de los automóviles más lujosos y potentes del mercado en 1914. Rivalizaba en precio y prestaciones con cualquier otro. En el Reino Unido, sólo Rolls-Royce y Napier podían rivalizar con su potencia y aunque era una máquina de importación, los británicos más pudientes presumían de tener una en su garaje. No sólo los británicos. Era el coche favorito del Zar de Todas las Rusias, Nicolás II, que compró uno en 1906. En 1912, cuatro de sus cinco automóviles de uso personal eran Delaunay-Belleville. Por eso bautizaron a su modelo más lujoso S.I.M. (Su Imperial Majestad), en honor de tan buen cliente. Lo más cerca que había estado un Delaunay-Belleville de la guerra era cuando se subía toda la familia imperial en uniforme para dar un paseo.

El Charron de 1904, traqueteando por el campo.

El primer automóvil fabricado en serie con blindaje y armamento para un ejército fue el Charron, en 1902. En 1904, Francia compró dieciséis y los rusos, unos cuántos. Nació la automitrailleuse, algo así como autoametralladora. Diez años después, en 1914, todos los ejércitos europeos tenían autoametralladoras, pero pocas. Se buscaba un chasis comercial relativamente grande y se llevaba a carrozar. Cada taller interpretaba la carrocería a su manera y carrozaba muy pocos vehículos cada vez. La carrocería era de plancha endurecida, remachada, de 3 a 6 mm de espesor, lo suficientemente grueso como para resistir un balazo llegado de lejos o algún casco de metralla, pero no más. El armamento solía ser una ametralladora; como mucho, dos. Muchas veces no tenían techo, para ahorrar peso.

Un Panhar & Levassor blindado, con perrito.
Aunque era un modelo oficial, gran parte de su fabricación era improvisada.

¿Qué chasis y qué motores podían tirar de estos cacharros? Sólo grandes y potentes automóviles y he ahí por qué la mayoría de las autoametralladoras de 1914 se fabricaron sobre chasis de automóviles de lujo. En el ejército británico, Rolls-Royce, Lanchester, Daimler... y Delaunay-Belleville.

Un caballerete inglés presumiendo de Delaunay-Belleville, poco antes de la guerra.

Las primeras semanas de la guerra, los británicos adinerados que servían en Flandes mandaban traer sus automóviles de casa y correteaban con ellos por el frente. Lo mismo hacían los alemanes. Estaban quedando atrás los tiempos de la caballería y comenzaba la era del motor de explosión. Unos y otros comenzaron a blindar los automóviles por su cuenta, porque el enemigo tenía el feo vicio de dispararles. Ya fueran los que habían comprado para ir a la guerra (sic) o los que habían capturado al enemigo, acababan en algún taller de calderería donde soldaban chapas al chasis y construían... Pues, en fin, pueden imaginar qué chapuzas.

La RNAS, o Royal Navy Air Service, una especie de cajón de sastre militar bajo el paraguas de la Marina, decidió poner orden y estandarizar la producción de automóviles blindados y autoametralladoras. Comenzó comprando tres chasis Delaunay-Belleville 40hp, con motores de seis cilindros. Diseñó su carrocería un personaje desconocido para la mayoría, Arthur Nickerson, de la RNAS, que sería conocido un poco más tarde por diseñar la torreta de la autoametralladora Rolls-Royce, ese mismo año, un poco más tarde. La autoametralladora Rolls-Royce es quizá la más famosa de todas de esa época y una de las mejores. ¿Recuerdan a Lawrence de Arabia al lado de una autoametralladora? Pues era una Rolls-Royce. Pero hablábamos de las tres Delaunay-Belleville.

Una de las Delaunay-Belleville del RNAS, recién carrozada en Dunquerque.

Los blindaron en Forges et Chantiers de France, una empresa de calderería de Dunquerque. Allí carrozaban todos los automóviles británicos desde que el comandante Charles Samson comenzó a poner orden en el asunto de las autoametralladoras. Es verdad que Samson intentaba que todos los blindados fueran los modelos estándar que proponía el Almirantazgo, pero se seguían fabricando blindados a medida de los caprichos de los oficiales británicos más adinerados, que a veces los pagaban de su propio bolsillo. Pasarían meses antes de poder erradicar esa costumbre.

Los tres Delaunay-Belleville fueron carrozados con acero de calderería a falta de planchas de acero blindado. Para entendernos, daban el pego, pero los agujereaba cualquier bala. Supongo (es un suponer) que no lo dirían a sus tripulantes, para no desanimarlos. Sin embargo, podemos apreciar en el diseño de la carrocería los esfuerzos de Samson por estandarizar la producción y el genio de Nickerson en los detalles. El RNAS de Samson hizo un buen papel en Flandes y Francia hasta que la guerra se enquistó en las trincheras, tan pronto llegó 1915. Las autoametralladoras se retiraron del frente occidental.

Samson regresó a North Kensington, a los cuarteles de la Royal Naval Armoured Car Division (División de automóviles blindados de la Marina Real). Allí formó el 14.º Escuadrón, con los tres Delaunay-Belleville, tres Clement-Talbot, seis Rolls-Royce y tres camiones blindados Seabrook. La mayor parte de estos vehículos, bastante maltratados por el uso, permaneció en North Kensington hasta el final de la guerra. Quizá luego los desguazaron. No se sabe exactamente qué fue de ellos.

Pero un Delaunay-Belleville tuvo una historia mucho más interesante que la de pasar el tiempo en los cuarteles. En el verano de 1915, le quitaron la carrocería blindada y la historia se divide en dos. 

El chasis Killen-Strait superó muchas pruebas y causó una gran impresión.

No tardaron en instalarle la carrocería de una autoametralladora Delaunay-Belleville.
Fíjense en la flechita, que señala hacia delante.

Impresionó a mucha gente, pero el invento no fue más allá.

La carrocería la instalaron encima de un tractor americano, un Killen-Strait. Estaban probando este tractor para tirar de piezas de artillería pesadas y a alguien se le ocurrió que podría servir también como vehículo blindado sobre orugas. Es exagerado decir que el Killen-Strait con la antigua carrocería de un Delaunay-Belleville fue el primer tanque, pero sí uno de los primeros... y más raros. Las pruebas impresionaron a mucha gente y sirvieron para que el verdadero tanque (que estaba construyéndose en otra parte) siguiera adelante. Pero la verdad es que la improvisada autoametralladora Killen-Strait era un trasto que no servía para andar contra el enemigo. Después de las pruebas, la carrocería se desguazó.

La batería de Rawlinson revolucionó la defensa antiaérea.
En la fotografía, lo que parece un Rolls-Royce hace de tender de la batería.

El chasis Delaunay-Belleville fue convertido en un camión. No en un camión cualquiera, sino en un camión ligero que la Marina (seguía siendo de la Marina) llamaba tender, y se destinó al área de Londres. Acabó en una unidad que escribió parte de la historia, la primera batería automóvil de artillería antiaérea de la Marina Real (RNVR), compuesta de 19 cañones y 30 proyectores antiaéreos, una creación de Toby Rawlinson. 


La unidad quedó a las órdenes del teniente-coronel Alfred (Toby) Rawlinson. Era un tipo famoso por juerguista y tarambana, el perfecto canalla deportista que se jugaba la vida con los aeroplanos y los automóviles antes de la guerra. Dejó su huella en los clubes del motor y todavía se le recuerda ahí. Era el tercero de los Rawlinson, baronet y hermano pequeño del general Sir Henry Rawlinson. ¡Quién iba a decir que un tipo como ése sería tan buen oficial! 

En 1917, en medio de una alarma antiaérea, Toby conducía su Delaunay-Belleville a toda pastilla por la playa de Foulness Island. La marea en esta zona es fortísima y deja al descubierto grandes extensiones de arena y Toby se lo estaría pasando en grande apretando el acelerador y buscando todo lo que daban de sí los seis cilindros del Delaunay-Belleville. En éstas, se salió de la zona segura de la playa, queriendo o sin querer, y se le atascó el vehículo en la arena húmeda. Cuando salió a ver qué había ocurrido, el fango engulló al Delaunay-Belleville, literalmente. Se lo tragó enterito. Se hundió en el fango hasta desaparecer, glups, y nunca más se ha vuelto a saber del último Delaunay-Belleville que sirvió como autoametralladora en la Marina Real británica.

Rawlinson tardó en recuperarse del susto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario