La confesión de Jordi Pujol ha provocado un gran revuelo. Mejor dicho, ha abierto la caja de los truenos. La verdad silenciada por miedo comienza a hacer ruido, cientos de cómplices se ven amenazados. No hablamos de una familia con lazos de sangre, sino de la Casa Nostra.
Un buen amigo mío ha observado que los pujolistas y convergentes, los amigos de los amigos, los componentes de la familia y demás especies clientelares, se han manifestado sorprendidos. La reacción oficial es la sorpresa. Mi amigo se pregunta si les sorprende de veras haber sido engañados durante más de treinta años. Si esto es así, dice, estamos mucho peor de lo que creía. Porque, continúa diciendo, puede doler que te pillen o te dejen en evidencia, pero sostener que no sabías nada es simplemente absurdo.
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