Personajes cristinos


La etimología de Hacer una Cristina no está del todo clara.

Se ha puesto de moda la expresión Hacer una Cristina, que significa declarar delante de quien sea que yo no he sido, no sabía nada, no tenía ni idea, que yo no llevaba las cuentas ni me preocupaba por ellas ni sé cómo van, que esas cosas era otro quien las llevaba, váyase a saber quién. No entraremos en la etimología de tan curiosa expresión yonohesidista, pero hoy tenemos en Cataluña a cuarenta y cuatro ediles de docenas de ayuntamientos haciendo Cristinas por culpa de unos dinerillos que se cobraban cuando no podían cobrarse. 

¡Devolveremos el dinero!, dicen los ediles, pero ¿y qué? Es lo menos. Lo más es su comportamiento cuando se lo quedaban. Si lo devuelves, sinvergüenza, es porque te han pillado. Esas dietas que eran tan bienvenidas ni se las habían ganado ni tenían derecho a ser cobradas. Es más, se siguieron cobrando una vez los señores ediles descubrieron que no tenían derecho a cobrarlas. Es ahora que lloran, tan cristinos todos.

¿Hablamos de mucho dinero? Mucho, poco, es relativo. Los cristinos ediles cobraban una cantidad regular cada mes que decía Dietas. Cada mes, lo mismo. Unos más, unos menos, recibían una propina con la nómina, libre de impuestos. Se conocen los números de 2011 y 2012, pero el señor juez ha pedido los de 2013 y nos vamos a divertir un rato. En dos años, esas dietas sumaron casi 24.000 euros en el caso del señor Bustos, notable cristino. 

Los otros cuarenta y tres personajes pisparon menos. La media, 4.500 euros procedentes de fondos públicos y empleados para el lucro privado sin justificación posible. Quizá acabe en nada, quizá el juez les impute a todos un delito. CiU, PSC y ERC comparten el número de ediles cristinos. IC-V cuenta con menos y PP con apenas dos. Es decir, que había ediles de toda clase y condición, todos pillados con las manos en la masa.

Uno de los ediles pillados en falta podría llevarse este sobre a casa cada mes.
Libre de impuestos, además.

No se trata de un caso aislado, sino de un vicio sumamente extendido. Obra en mi poder un resumen contable de las dietas de un cargo de la Generalidad de Cataluña entre enero y mayo de este año y no tienen desperdicio. No diré quién, por no meterme en líos. Pero no es quien piensan, sino otra persona, y doy fe que esa persona no es trigo limpio. ¡Como tantos otros!

En cinco meses, ha justificado (sic) gastos de desplazamiento y representación (sic) que suman unos 2.700 euros. Ni una pernoctación; ningún desplazamiento más allá del Ebro desde Barcelona. Entre tres y cinco salidas al mes; sólo cinco fuera de la provincia de Barcelona, no más. Se le pagan estos gastos... y otro tanto. Digamos que los cobra dos veces. Para disimular, los ingresos van ahora a la cuenta de dietas, ahora a la de salarios, y se reparten de forma distinta en cada caso entre una y otra.

Nueve consejos de administración añaden una guinda al pastel. Podrían ser más, porque las dietas por consejo de administración no van a esta cuenta, sino directamente al bolsillo del bribón. El cargo que ostenta viene con la pertenencia al consejo de administración de varias entidades o empresas públicas o semipúblicas. Teóricamente, él está ahí y cobra el sueldo que cobra por asistir a estos consejos de administración. Pero le pagan una dieta por asistir a cada consejo, una propina. Qué digo una, dos. Una se la paga su propia oficina y la autoriza él mismo: una dieta y un extra salarial por andar de consejo. La otra dieta se la paga el convocante del consejo de administración. Entre una y otra, es fácil sacar 200 euros por asistir a una reunión que no interesa a nadie y que no es más que un puro trámite. A veces, menos, pero alguna vez bastante más.

Dado su nivel cultural, su preclara inteligencia y su preparación técnica, Dios nos guarde de su participación en estos consejos. Que se esté calladito y diga a todo que sí. Con que firme la hoja de asistencia, ya le vale. Si firma, le pagan. A veces, si no firma, también. No es extraño que, para evitar la molestia de tener que asistir a la reunión, le envíen por correo a nuestro cargo la hoja de asistencia y el cheque. Firma la hoja, la devuelve e ingresa el cheque con la dieta. ¡Cuánto trabajo! 

Él también devuelve favor por favor y hace lo mismo cuando es él quien convoca un consejo de administración. Envía las hojas de asistencia a las personas convocadas que no han asistido al consejo, requiere sus firmas y paga puntualmente las dietas. A veces uno recibe la convocatoria del consejo y la hoja de asistencia en el mismo sobre. El consejo de administración que debería controlar las acciones de este cargo es más bien un sistema para acallar las críticas y allanar las objeciones a su quehacer, dietas mediante.

Retrato robot del cargo descrito en el texto.

Vayan sumando, porque el cargo en cuestión dispone de teléfonos inteligentes (esmarfonos), tabletas, ordenadores e impresoras en su domicilio, con líneas de fibra óptica de altísima velocidad, televisión por cable, etcétera, y los gastos de toda esa parafernalia los cubre la oficina que gestiona, aunque los empleen los niños para los trabajos de la escuela o sus videojuegos. Él mismo autoriza los gastos, que le permiten (eso afirma) trabajar desde casa. Por eso no aparece los viernes y rara vez los lunes por la mañana, sin contar las veces que falta entre semana. ¡Porque trabaja desde casa, naturalmente! Y no hablemos de sus almuerzos de trabajo, que comienzan a las doce y le roban la tarde entera.

Es fácil que contrate a uno o dos asesores. Cada uno se lleva a casa 60.000 euros al acabar el año. Uno es un amigo de toda la vida, que sabe de eso (no dire el qué) lo que yo. El otro es un amigo de toda la vida... de un tipo del partido. Sabe menos todavía, pero vive del cuento como Dios, la mar de bien. 

Contrata a dedo informes y trabajos a amigos y conocidos, que luego no sirven para nada y sus empleados comprueban que los trabajos interesantes se los lleva siempre un grupo de dos o tres empresas, siempre las mismas. Los empleados a su cargo están plenamente capacitados para hacer esos trabajos, con un coste y una pérdida de tiempo infinitamente menores, pero sus empleados no son ni amigos ni conocidos ni del Partido ni del cargo del que estamos hablando.

A veces, el personaje empleaba un coche oficial en sus viajes, pero cobraba las dietas por desplazamiento igualmente. Han cambiado los tiempos y ahora tira de motocicleta. Al regresar al despacho, dice que se ha gastado 30 o 50 euros en taxis, así, sin más. Él mismo autoriza el pago de esa cantidad. 

Tiene varias personas a su cargo que forman una secretaría. Se encargan de gestiones tan imprescindibles como la matriculación de los niños en el colegio, la reserva de un hotel para las vacaciones, llevar el automóvil al taller, limpiar la moto... Alguna vez, ha encargado a los empleados públicos a su cargo que ayuden a sus niños en el trabajo de final de curso y no es raro que uno de ellos le escriba los discursos o los artículos de opinión que publica en la prensa, porque él, simplemente, no sabe expresarse por escrito. Pero ¡hay que hacerlo! Si no le ayudaran a superar los obstáculos de la vida cotidiana, no podría dedicarse en cuerpo y alma a su ingente y extenuante labor directiva. 

La verdad es que no pega sello y no tiene ni idea de lo que sucede en su ámbito de actuación, pero eso es como el valor en un soldado: se da por supuesto y viene con el cargo. Su misión es otra: liderar un equipo y las relaciones públicas. Véase: Se relaciona con empresas afines a Convergència (en este caso) y ordena varias prevaricaciones al año a sus empleados. Dice quién tiene que ganar un concurso y quién no tiene que ganarlo nunca, propone a los concursantes y cuando parece que la oferta de una empresa es mejor que las demás, él opina lo contrario. Sabe de finanzas qué es un 3% y un 5%, no le hace falta más.

Ayuda a los de su cuerda transmitiéndoles información privilegiada. Se reúne con unos sí y con otros, jamás. Traba amistad con algunos apellidos famosos y se olvida de ella instantáneamente cuando caen en desgracia. Es una persona falsa y torticera, que babea delante del secretario general diciéndole a todo que sí y luego grita a sus súbditos con una mala educación que pone los pelos de punta.

¡Ay del empleado que se resista! Acaba de patitas en la calle si es asalariado o condenado al ostracismo si es funcionario. Quien le da la razón en todo pasa por inteligente y quien piensa por su cuenta es mal visto y considerado peligroso. Busca imponerse por el miedo y ahora mismo está en el auge de su tiranía, pues emplea la arbitrariedad en los despidos y recortes como arma disuasoria.

Su objetivo final no es otro que pasar de un sueldo de 70.000 euros brutos al año a otro que se acerque, entre dietas, prebendas y pagos en especie, a los 100.000, y preparar el terreno para una mamandurria que le permita vivir mejor que ahora, con su todo-terreno chachi, su casita adosada y la proximidad del poder político, que le pierde y fascina, por el que siente una atracción erótica y por el que es capaz de los más vergonzantes actos de sumisión, sin excluir los sexuales. 

Todo esto viene con el cargo, ya ven. Pregúntense cómo hemos llegado hasta aquí. Mientras se preguntan, señalaré al responsable de haber levantado el edificio de la Generalidad de Cataluña, al caballero que sentó las bases de este comportamiento y permitió que esto sucediera. Un banquero que arruinó a 40.000 familias y provocó un desastre financiero sin precedentes en España, que se enriqueció con dietas de varios millones (de euros) mientras su banco iba sumando deudas de varios miles de millones (de euros) que luego tuvo que asumir el Gobierno de España. Eso, en plena crisis económica e institucional y cuando un millón no era moco de pavo.

Tiene razones para divertirse: se ríe de nosotros.

Populista y marrullero, pero no tonto, gobernó durante veintitantos años y ahora, jubiladísimo, ingresa un sueldo a cargo del erario público de casi 150.000 euros al año, más un coche oficial, secretaria de postín y un despacho de cientos de metros cuadrados en el Paseo de Gràcia, justo delante de la Pedrera. Él y toda su familia (media docena larga de hijos y señora) están haciendo una Cristina memorable estos días, cuando se dice que los han pillado llevando varios millones de euros de cuenta en cuenta bancaria en Andorra, dejándolos dormir en Suiza, declarando unos cuántos a Hacienda cuando se anuncia una amnistía fiscal... Más millones cada vez. Millones y millones que ¿de dónde salen? 

Ni siquiera se han molestado en desmentir las noticias que le acusan. Alguno dice que es una conjura contra el Proceso, pero ¿por qué ese enterado no se querella contra el mentiroso? ¡Porque no miente! 

Los Pujol están haciendo una Cristina que ríanse ustedes de las demás.

2 comentarios:

  1. Sr Soravilla,
    Comprendo que no quiera mencionar el nombre del individuo protagonista de su artículo, pero como me gustaría saber qué hace mi empleado (el que vive de la cosa pública es nuestro empleado) con mi dinero, le ruego que haga llegar ese resumen contable a algún periódico dispuesto a investigarlo y publicarlo. No será fácil encontrar tal periódico en Cataluña, pero alguno habrá.

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    1. ¡Paciencia! El personaje en cuestión ya ha sido mencionado algunas veces en artículos de prensa por algunas de las razones que he expuesto. Es sólo cuestión de tiempo.

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