Hoy, el presidente de la Generalidad de Cataluña, don Artur Mas, ha hecho unas declaraciones que le suponen (cito) una gran pena y porque ha tenido que tomar (vuelvo a citar) las decisiones más dolorosas de toda su carrera política.
Permítanme un paréntesis. No hablaba de las decenas de miles de trabajadores afectados por los recortes en la institución que preside, ni en los miles de enfermos que sufren la privatización y recorte de la sanidad pública, no. Hablaba de algo que le dolía más todavía que todo eso. ¿Qué podría dolerle tanto?
El hombre parecía muy afectado. Su lenguaje gestual y el tono de voz eran los de un hombre derrotado y triste.
Lo dicho, ¿qué le ha hecho tanto daño? Nada, qué va a ser. Que el señor Pujol, el de Banca Catalana, le ha dicho que renuncia a sus privilegios de expresidente, que consisten (consistían) en un despacho de 450 metros cuadrados en el Paseo de Gràcia, al ladito de la Pedrera, un cochazo oficial, una secretaria, etcétera, más una ayuda a la jubilación de 80.000 euros al año. Ah, también a ser tratado como muy honorable. Sería una broma de mal gusto, como lo ha sido hasta ahora. De paso, también deja la presidencia honoraria del partido que fundó, Convergència Democràtica de Catalunya, o Comisiones a Dedo de Cataluña, según se lea.
Y el señor Mas no ha tenido más remedio que aceptar, y esa aceptación es lo que le ha dolido, ya ven, pobrecito. Todo por la patria, eso sí, y orgulloso del sacrificio, porque una persona, por muy importante que haya sido, no puede poner en peligro el proyecto de país (sic), que será, bien dicho, el proyecto nacional. ¡Qué manía con el de país! ¡Ya está bien, hombre! De país, de país... ¡Nacional, carajo!
En medio de la declaración, que parecía (quizá era) fúnebre, ha dicho que la pena penita pena que le tenía robado el corazón se debía a que (cito) Pujol ha sido mi padre político. Ay, sí, que un padre te meta en estos líos... Qué trágico. El mismo tipo que se dedicaba a robar a todo quisque, a engañar y manipular, a hacer dinero a espuertas mientras el señor Mas era... ¡caramba! ¡Consejero de Economía!
Claro que es duro descubrir que tu padre político es un evasor fiscal (y muchas más cosas). Más duro si resulta que tu padre de verdad, el biológico, también fue pillado con cuentas en Luxemburgo, por las que tuvo que pagar una pasta en multas. Porque ¿qué hacía con un millón de euros en Luxemburgo, el señor Mas, padre? Defrauda el padre político, defrauda el padre biológico, la vida es un fraude y ¿de quién te puedes fiar? ¡De nadie!
No reproduciré el chiste fácil que corre por ahí, que dice que si Pujol es el padre político de Mas, Mas es un hijo de... No, no lo diré, porque bastante ya tiene el hombre con lo puesto.
Ahora bien, si está usted en lista de espera en la sanidad pública, acabe la frase, que merece acabarse.
Estos tipos la tienen de hormigon armado
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