Alguien sacudió el reloj

Hace un año celebraba el bar del Hotel Terramar como ese rincón del mundo donde se había atascado el reloj en los años setenta. En efecto, para entrar y tomar una copa en condiciones, uno tenía que vestir pantalones de pata de elefante, lucir patillas y dedicar miradas de lujuria a cualquier rubia que pasara por sueca en varios metros a la redonda. Era el escenario ideal para una película de Roger Moore o Alfredo Landa, el rincón donde uno esperaba encontrarse a Elvis, jubilado y de incógnito. Pero alguien sacudió el reloj y los años setenta, puf, se han esfumado en un pispás. Si ahora asoman ustedes por ahí, encontrarán locales de diseño y restaurantes al uso. Celebro las novedades, pero añoro los lavabos que parecían antesalas de un puticlub de postín venido a menos.

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