Gaudí remodeló por encargo un antiguo edificio de 1875, y entregó al mundo la casa Batlló. La construyó entre 1904 y 1906, y un siglo después ya formaba parte del catálogo del Patrimonio de la Humanidad. Para celebrarlo, las autoridades municipales de Barcelona, con el beneplácito de las autoridades de la Generalidad de Cataluña, dieron permiso para elevar la casa que está justito al lado unas cuantas plantas, áticos y sobreáticos. Eran tiempos dorados para la especulación urbanística y alguno se forró con el permiso y el negocio. El asunto apareció en la prensa, pero el escándalo no fue mucho más allá de cuatro titulares y quedó cuidadosamente silenciado. La perspectiva calculada por Gaudí se fue a tomar viento y no parece que quiera recuperarse. ¿Qué me importa a mí la perspectiva?, dijo el vendedor de áticos, sabiéndose impune. Así le salgan goteras.
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Lo tenemos merecido. Eso y mucho más, al fin y al cabo, son margaritas a cerdos.
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