Hay que saber imponerse


En la batalla de Messines, el 7 de junio de 1917, un búnquer alemán bloqueó el avance de las tropas británicas del 6.º y 7.º de Londres, causando numerosas bajas y poniendo en apuros toda la ofensiva del X Cuerpo de Ejército, hasta que un sargento mayor, haciendo gala de gran valor e insensatez, se lanzó contra el enemigo a pecho descubierto, cruzó la tierra de nadie a la carrera y se plantó justo encima de la posición enemiga. Entonces descubrió que se había dejado las granadas de mano en casa y que se encontraba completamente desarmado. ¿Qué hizo? La emprendió a pedradas contra los ametralladores, mientras ordenaba a sus hombres tomar los flancos de la posición. Mantuvo la presión sobre el enemigo, piedra va, piedra viene, hasta que se quedó sin piedras. Para entonces, los alemanes ya habían sido rodeados y se rindieron. El sargento mayor tomó la posición, capturó sesenta y cuatro enemigos y se ganó una mención en el parte del día. El hecho es absolutamente verídico.

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