Lamento saber tan poco de literatura persa, qué quieren que les diga, pero he sabido que Iraj Pezeshkzad alcanzó un sorprendente éxito de ventas en Irán con su novela Mi tío Napoleón. La novela se prestaba a una adaptación televisiva; se convirtió en un serial y el serial enganchó a todo el país delante del televisor. Eran los tiempos de la tiranía del Sha, mal rayo le parta, y el humor de Pezeshkzad fue un pequeño alivio. Llegó la Revolución Islámica y los aires de libertad duraron... zas... nada. Tan poco duraron que Mi tío Napoleón está hoy prohibida en Irán, y esa prohibición alumbra una vez más la enfermiza tiranía del actual gobierno de ese país. Pezeshkzad vive en París, exiliado; sus razones tendrá. ¿Cómo es posible que alguien prohiba Mi tío Napoleón? ¿Es una novela peligrosa? Quizá porque hace reír.
Mi tío Napoleón es una comedia que se sobrepone a una muy sencilla historia de amor. Estamos en Teherán, hacia 1941, y el protagonista (narrador) se enamora de la hija de su tío, un antiguo soldado bravucón y charlatán que venera la figura de Napoleón Bonaparte. Pero justo entonces el padre de ella, el tío Napoleón, se enemista con su cuñado, el padre del narrador, por un quítame allá esas pajas y ya la tenemos liada. Los enredos se suceden al más puro estilo de Plauto (o su equivalente persa), turnándose los disparates y el esperpento, pero sin exagerar demasiado. Disfrutamos de un humor simple, casi infantil, al alcance de cualquiera, aunque no por ello menos demoledor. Esa ligereza, permítanme llamarla así, hace que algunos sesudos lectores puedan considerar Mi tío Napoleón una obra menor, aunque entretenida y meritoria. Los censores iraníes, en cambio, consideran esta comedia una gravísima amenaza para la tiranía que los sustenta, cosa que nos afirma en considerarlos enfermos, prácticamente podridos por dentro.
La verdad, Mi tío Napoleón se lee bien, ofrece un entretenimiento sin complicaciones y está muy bien tramada. Algunas escenas son memorables y el conjunto es recomendable. Traducen la obra Víctor Fuentes y Nazanin Amirian. Edita Ático de los Libros, felicidades, porque irse a Persia a buscar buenas novelas tiene su mérito.
Mi tío Napoleón es una comedia que se sobrepone a una muy sencilla historia de amor. Estamos en Teherán, hacia 1941, y el protagonista (narrador) se enamora de la hija de su tío, un antiguo soldado bravucón y charlatán que venera la figura de Napoleón Bonaparte. Pero justo entonces el padre de ella, el tío Napoleón, se enemista con su cuñado, el padre del narrador, por un quítame allá esas pajas y ya la tenemos liada. Los enredos se suceden al más puro estilo de Plauto (o su equivalente persa), turnándose los disparates y el esperpento, pero sin exagerar demasiado. Disfrutamos de un humor simple, casi infantil, al alcance de cualquiera, aunque no por ello menos demoledor. Esa ligereza, permítanme llamarla así, hace que algunos sesudos lectores puedan considerar Mi tío Napoleón una obra menor, aunque entretenida y meritoria. Los censores iraníes, en cambio, consideran esta comedia una gravísima amenaza para la tiranía que los sustenta, cosa que nos afirma en considerarlos enfermos, prácticamente podridos por dentro.
La verdad, Mi tío Napoleón se lee bien, ofrece un entretenimiento sin complicaciones y está muy bien tramada. Algunas escenas son memorables y el conjunto es recomendable. Traducen la obra Víctor Fuentes y Nazanin Amirian. Edita Ático de los Libros, felicidades, porque irse a Persia a buscar buenas novelas tiene su mérito.
Y la apetecible hija del tío, cuñado del padre, ¿es hija de otra mujer distinta a la de la esposa del tío, hermana del padre?
ResponderEliminarSon primos, si es eso a lo que te refieres, Sandra. Aunque también aparece como contrincante el hijo del hermano del padre de ella, que también es primo. Una cuestión familiar.
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