Hace setenta años, el 11 de septiembre de 1940, por primera vez en la historia, se dieron instrucciones a un ordenador por vía telefónica. Ese ordenador se llamaba Calculadora de Números Complejos (núm. 1), y aunque funcionaba con válvulas y relés, utilizaba el sistema binario y el álgebra de Boole para hacer lo que hacía. Este hecho revolucionaría nuestra sociedad y cultura para siempre jamás, como gusta decir a los exagerados. Fue durante una reunión de la Mathematical Society, en el Dartmouth College, y un tal Stibitz, seguro que no habrán oído hablar de él, fue el artífice del suceso.
En 1930, George Robert Stibitz, un investigador a sueldo de la compañía de teléfonos Bell, comenzó a desarrollar calculadores automáticos mecánico-eléctricos. Qué tiempos aquéllos... En los laboratorios Bell se cocía el futuro de la computación electrónica. Stibitz compartió laboratorio con Shannon, Nyquist, Brattain, Bardeen, Weaver o Shockley, y presenció el nacimiento del transistor y los primeros estudios teóricos de la matemática en comunicación, que él convirtió en tecnolgía electromecánica.
Desde esta modesta tribuna, propongo que el 11 de septiembre se llame el Día de la Calculadora de Números Complejos (núm. 1), para poder salir por televisión y explicar cuánto ha cambiado el mundo desde que Stibitz construyó su primer ordenador en la cocina de su casa, provocando el desespero de su señora.
En 1930, George Robert Stibitz, un investigador a sueldo de la compañía de teléfonos Bell, comenzó a desarrollar calculadores automáticos mecánico-eléctricos. Qué tiempos aquéllos... En los laboratorios Bell se cocía el futuro de la computación electrónica. Stibitz compartió laboratorio con Shannon, Nyquist, Brattain, Bardeen, Weaver o Shockley, y presenció el nacimiento del transistor y los primeros estudios teóricos de la matemática en comunicación, que él convirtió en tecnolgía electromecánica.
Desde esta modesta tribuna, propongo que el 11 de septiembre se llame el Día de la Calculadora de Números Complejos (núm. 1), para poder salir por televisión y explicar cuánto ha cambiado el mundo desde que Stibitz construyó su primer ordenador en la cocina de su casa, provocando el desespero de su señora.
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