Esto no se hace

Charlie Hebdo es una revista satírica francesa profunda y visceralmente anticlerical. Si buscan un poco, encontrarán portadas de Charlie Hedbo repartiendo a diestro y siniestro contra judios, moros y cristianos, sin piedad de ninguna clase. En algunos casos, esas portadas son ofensivas, incluso para un ateo, pero la libertad de expresión es lo que tiene, que sirve para meter el dedo en la llaga, y eso duele. Tienen sus motivos: los casos de pederastia ocultos por el Vaticano o las salvajadas que cometen algunos en nombre de Alá o Yavhé dan para alimentar a legiones anticlericales de todo signo y condición.

Hace unos días, los redactores publicaron un número dedicado al auge del islamismo radical en el norte de África, y, en broma, cambiaron el nombre de la revista por Charia Hebdo. El mismo día que llegó a los quioscos, unos tipos lanzaron botellas de gasolina contra el edificio de la redacción y le pegaron fuego. Nadie duda que detrás del ataque se esconden personajes intransigentes, que deberían ser presos y juzgados. No por sus ideas, sino por sus actos, como corresponde a un Estado de Derecho.

Mientras tanto, copiamos la portada de la revista, por manifestarnos en contra de los incendiarios con nuestras escasas posibilidades.

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