Ponerse a dietas

Los hay que se ponen a dietas. Ustedes me dirán que acaso se pondrán a dieta, pero yo insisto: se ponen a dietas, y a base de bien. Tal denuncia El País, en su edición catalana, desde hace unos días.

Empezó por la Diputación de Barcelona, que es nido de víboras... digo, vividores, pues los diputados que no tienen una dedicación exclusiva en la Diputación (en total, veintiuno) cobran 2.100 euros por asistir a un pleno, uno al mes, o a una comisión informativa, para que estén informados, pues la mayoría no sabe ni a qué dedica su tiempo libre. Estas reuniones duran, uf, muchísimo, casi tanto como media hora, aunque hay reuniones de éstas que se despachan en diez minutos de duro trabajo (¡lo que cuesta no dormirse en estas reuniones...!). Esos veintiún diputados se reparten 600.000 euros al año en dietas, que salen a bastante más de 28.000 euros por seis horas de trabajo al año de media para cada uno.

No se cuentan los asesores que pueden contratar los señores diputados. Este año, porque se ajustan los presupuestos, sólo se contratarán cuarenta y cinco en lugar de sesenta. Un asesor se supone que tendría que ser uno que sabe y aconseja, pero lo cierto es que la asesoría en la Diputación es un cementerio de elefantes y un refugio de dinosaurios, pues a ella se acogen antiguos diputados o cargos electos que han perdido su silla y así se consuelan del disgusto.

Luego vienen las mochilas. En argot diputacionero, la mochila es una suma que percibe un diputado cuando deja de serlo y vuelve a su puesto de funcionario. La mochila permite bajar del sueldazo de diputado al sueldo de simple funcionario poquito a poco, durante diez años, y no de un mes al siguiente, para que el exdiputado no sufra sobresaltos.

También están los regalos de Navidad. La Diputación organiza una cena de Navidad para diputados y señoras, o diputadas y señores cuando se tercie, que ofrece siempre un regalo a los asistentes, sean diputados o sean consortes, mientras los funcionarios de la Diputación ven menguada su paga navideña. A esto le llaman, en jerga ESADE-IESE, incentivo. Los funcionarios de a pie, si quieren cenar, pagan la cena de su bolsillo.

Y hoy publican el chollo de las dietas de AMB, o Área Metropolitana de Barcelona, que coordina el transporte público, la recogida de residuos y el ciclo del agua en la zona urbana de Barcelona. Acuden a la AMB alcaldes y concejales de todos los partidos y como no pueden cobrar dos sueldos oficiales, cobran su sueldo de ilustrísimo señor alcalde por aquí y las dietas de la AMB por allá.

Las dietas se cobran por asistir a reuniones. Son entre veinte y cuarenta reuniones al año, poco más o menos, reuniones de compromiso, donde no se decide nada, breves, rutinarias... un verdadero coñazo, porque son reuniones exclusivamente políticas.

El Área Metropolitana de Barcelona gasta más de 800.000 euros al año en dietas para noventa responsables políticos. Pero once de estos personajes, once, suman más de 333.000 euros al año en dietas; más de 30.000 euros por cabeza.

Dentro de la AMB está el Consejo Metropolitano, que se reúne nueve veces al año. Los asistentes cobran entre 323 y 1.350 euros cada vez. Son las reuniones más pesadas, porque duran lo que un pleno municipal. Sin embargo, la Junta de Gobierno, formada por diecisiete caraduras, se reúne cada quince días y paga por asistir a la reunión entre 798 y 1.233 euros a cada uno, por menos de media hora de trabajo. La Comisión Informativa paga poco, 176 euros por asistente, setenta y cuatro en total, a cada una de sus nueve reuniones anuales. Paga lo mismo la Comisión de Cuentas, que, como lo de los números es un verdadero plomo, sólo se reúne dos veces al año a pasar las cuentas; puro trámite. Los que se forran son los cinco portavoces de la Junta de Portavoces, que se reúnen nueve veces al año para cobrar, cada uno, entre 967 y 1.937 euros por sesión.

Copiaré la lista que publica El País de los once caraduras que más dinero se llevan en dietas. Sale su sueldo y las dietas que cobran de AMB. En algún caso, también cobran dietas del Ayuntamiento por lo mismo, lo que tiene tela. La lista es la siguiente:

Xavier Trias (CiU), alcalde de Barcelona. 36.800 euros por 29 reuniones. Sueldo: 110.000 euros.
Antonio Balmón (PSC), alcalde de Cornellà. 38.800 euros por 40 reuniones. Sueldo: 71.600 euros.
Antoni Poveda (PSC), alcalde de Sant Joan Despí. 31.600 euros, 38 reuniones. Sueldo: 66.200 euros.
Sònia Recasens (CiU), teniente de alcalde de Barcelona. 31.600 euros por 38 reuniones. Sueldo: 98.200 euros.
Assumpta Escarp (PSC), edil de Barcelona. 31.600 euros, 38 reuniones. Sueldo: 84.500 euros.
Joan Trullén (PSC), edil de Barcelona. 31.600 euros por 38 reuniones. Sueldo: 56.400 euros.
Núria Marín (PSC), alcaldesa L'Hospitalet.27.000 euros por 29 reuniones. Sueldo: 77.000 euros.
Lluís Tejedor (ICV), alcalde de El Prat 27.000 euros por 29 reuniones. Sueldo: 70.300 euros.
Antoni Vives (CiU), concejal de Barcelona. 27.000 euros por 29 reuniones. Sueldo: 84.500 euros.
Jordi Portabella (ERC), concejal de Barcelona. 27.000 euros por 29 reuniones. Sueldo: 98.200 euros.
Manuel Reyes (PP), alcalde de Castelldefels. 23.300 euros por 18 reuniones. Sueldo: 66.400 euros.

Vamos, que no se salva ni el apuntador. A la hora de repartir, no falta gente. A la hora de recortar, en cambio, desaparecen.

2 comentarios:

  1. Lo que hace de Cataluña el lugar más corrupto de España - sí, sí, has oído bien - es que la corrupción no afecta sólo al partido en el Gobierno, ¡es totalmente transversal!

    Y ahora, ¡a currar!, que toca pagar a toda esta gente

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  2. Añadiré un apunte. En la provincia y alrededores de la ciudad de Barcelona conviven ayuntamientos, la Diputación de Barcelona, el Área Metropolitana de Barcelona y el Consejo Comarcal (Consell Comarcal, en catalán) del Barcelonès. Hagan números. Algunos de los miembros de esta lista cobran en dietas, sin exagerar, entre una cosa y otra, 70.000 euros al año, o más.
    Sobre el nivel de corrupción, Carlos, no me atrevo yo a decir que batimos la marca, pero sí que es "transversal". Es decir, que a la hora de llevarse los dineros, da igual el color del socio. Éste es un fenómeno que sólo se da aquí, a gran escala.

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