Ciclistas a cabeza descubierta


Los ciclistas se niegan a ir así por la calle.

Los ciclistas están en pie de guerra. Se ha publicado un borrador del nuevo Reglamento General de Circulación. La Dirección General de Tráfico (DGT) quiere que los ciclistas lleven casco incluso en recorridos urbanos. Que lleven casco siempre. Pero los ciclistas no quieren llevar casco, quieren ir a cabeza descubierta.

Pero hay que añadir, inmediatamente, que si el ciclista va por el carril bici, podrá pedalear sin casco. Sólo en el carril bici. Y hablando de carriles bici, los ciclistas no podrán invadir el espacio de los peatones. Tendrán que ir por la calzada, tendran prohibido ir por la acera. Sólo los niños menores de catorce años podrán ir en bicicleta por la acera, y sólo en estos casos podría acompañarles un adulto en bicicleta. Los vehículos, con los vehículos, y los peatones, razonablemente a salvo de bicicletas, que ya iba siendo hora.

Lo que venía diciendo, se ha desatado la guerra. Los ciclistas no quieren ni oír hablar del casco. Eso es lo que más les duele, el casco. Quieren ir a cabeza descubierta, sin refuerzos para el cráneo, quieren poder regar con sus ideas el pavimento en caso de mala caída y dejar ahí su alma, sumándose al martirologio ciclista. Cómo les gusta presumir de ser la parte débil, ellos, abusapeatones natos.

Traduzco del catalán: Gran bicicletada. 21 marzo 19:00 Pl. Universitat. NO al casco obligatorio. No a la reforma del código de circulación anti-bicis. ¡Pásalo!

Sus razones son extrañas. Aducen que no existen estudios que avalen que el uso del casco reduzca las lesiones ciclistas, pero es evidente que el casco las reduce. Esgrimen que la mayor parte de los ciclistas lesionados en la ciudad son atropellados (o se lesionan atropellando peatones), y que un casco no evita el atropello. No, no evita el atropello, evita un mal golpe, el que uno puede darse si atropella o le atropellan.

Casco ciclista modelo Imperial.
El casco, un elemento de seguridad adicional.

Los aliados de los ciclistas (pronto hablaré de ellos) hablan de un elemento de seguridad adicional, por ejemplo, o hablan de autorresponsabilidad. ¿No sería mejor hablar de ciclorresponsabilidad? Porque uno es responsable de sus propios actos, no autorresponsable. A ver si hablamos bien, caramba.

Las asociaciones ciclistas hacen juegos malabares con las palabras. Rechazamos la obligatoriedad del casco, dicen, no el casco en sí. Que me lo expliquen. Tambien dicen las organizaciones ciclistas, cito, que los accidentes se producen por falta de respeto entre los dos vehículos. El casco no hace que a uno le respeten más, se añade. El descerebrado que corre entre los coches y los peatones saltándose todas las normas y semáforos, en cambio, va por ahí respetándose y respetando a los demás, ¿verdad? Se prosigue diciendo: El uso del casco sí está indicado en los niños que van en bici, porque es eficiente en golpes a poca velocidad: justo lo que hacen los niños. Se caen a poca velocidad.

Caída ciclista a poca velocidad, sin casco. Espeluznante.

Pero las asociaciones ciclistas se olvidan que un ciclista en un carril bici no puede superar los 30 km/h y que en la acera no puede ir a más de dos o tres veces la velocidad de los peatones. Por lo tanto, según el razonamiento de las asociaciones ciclistas, el casco no sirve para nada en la carretera, pero tendría que ser obligatorio en el carril bici y en las aceras. ¿En qué quedamos?

Otro argumento es que el casco no es obligatorio en aquellos países donde se pedalea mucho, que cuantas más bicicletas haya en la ciudad, más seguro será ir en bicicleta y menos necesario será el casco. Es decir, habrá más tráfico ciclista y se irá más lento, habrá menos riesgo de atropello y por lo tanto, mayor probabilidad de caída a baja velocidad, que es el tipo de accidente para el que está diseñado el casco ciclista. Un argumento contradictorio.

Casco ciclista modelo Comisión Europea. Ideal para embestir peatones y recortar entre ellos.

Otro argumento es que la imposición del casco entre los ciclistas reduce el número de ciclistas. Porque hay países donde se pedaleaba mucho y se ha impuesto el casco ciclista obligatorio. Es cierto que ha bajado el número de ciclistas en estos países y que por eso mismo ha bajado el número de accidentes ciclistas, pero uno se pregunta por qué impusieron el casco. También hay que preguntarse por qué es necesariamente malo reducir el número de ciclistas. Las ciudades de principios del siglo XX aplaudieron las redes de metro y tranvía porque ayudaron a reducir la presencia de ciclistas, tan molesta para el tránsito pacífico de los peatones. Los razonamientos sobre la bondad o la maldad de la bicicleta acostumbran a ser tópicos y muy pocos se basan en datos reales.

Por ejemplo, los ciclistas también atacan a la DGT por ir en contra de la vida saludable y favorecer la vida sedentaria en las ciudades. Veamos si es cierto. La bicicleta es el vehículo más eficiente, el que gasta menos energía por distancia recorrida. Es tres o cuatro veces más descansado pedalear que ir a pie. Por lo tanto, un viaje a pie es mucho más saludable que uno en bicicleta: se consume tres veces más energía (se hace tres veces más ejercicio) y el riesgo de accidente es muchísimo menor. Los médicos recomiendan vivamente caminar una hora al día, que sería tanto como pedalear de tres a cinco horas al día. No hay que patrocinar la bicicleta, sino el zapato, si uno quiere patrocinar una vida saludable.

Es ahora cuando los ciclistas encuentran aliados que no sospechábamos. Uno de ellos, el más poderoso, es el mundo de las finanzas. Las grandes compañías aseguradoras están en contra del nuevo reglamento de la DGT. Verían mermados los grandes beneficios que hacen a costa de los ciclistas desprotegidos. Porque el nuevo reglamento obligaría a mayores indemnizaciones en caso de lesión. También deja la puerta abierta a asegurar ciclistas, y eso es algo de lo que las compañías de seguros no quieren ni oír hablar. Según que aliados, mejor no tenerlos.

Los otros grandes aliado de los ciclistas son los ayuntamientos que han impulsado un servicio de bicicleta pública. El Ayuntamiento de Barcelona, por ejemplo, está indignado con la DGT. Todos los grupos políticos del Consistorio se llevan las manos a la cabeza. ¿Por qué? Porque temen que si se obliga a los ciclistas a llevar casco, perderán un montón de usuarios del Bicing, el servicio de bicicleta pública barcelonés, que cubre el 1,5% de los desplazamientos en transporte público en la ciudad (la mayoría, en trayectos de bajada). El Bicing es muy chulo, es chachi, moderno, ecológico, fashion, viste mucho y cómo presumen de él los munícipes, es cosa de verse.

La Barcelona idílica: Gaudí y bicicletas.
Sin casco, naturalmente.

Como la mayor parte de los viajes son de bajada, los camiones que reponen las bicicletas en las estaciones altas emiten tantos gases contaminantes (o más) que los que se ahorran los ciclistas que hacen el trayecto de bajada antes y después. Este balance de emisiones sería más interesante si se considerasen esas emisiones potenciales de los usuarios del Bicing si fueran a pie o andando, o en transporte público, no en vehículo particular. La mayoría de los desplazamientos podría hacerse a pie, porque no llegan a los dos kilómetros y el resto, en autobús. Se contaminaría mucho menos. Un balance de emisiones considerando esto nos mostraría un Bicing que provoca emisiones contaminantes, más que el autobús y por supuesto, más que el metro o el tranvía. Hagan cuentas y verán. Ahora mismo, el transporte público que menos emite CO2 o menos contaminantes por pasajero en Barcelona es el autobús.

Pero esa cosa tan buena y tan bonita cuesta dinero. Ahora mismo, el Bicing sale por 6.000 euros por bicicleta y año. A 6.000 euros por bicicleta y año, ¿cuántos kilómetros de carril bici podrían hacerse? ¿Cuántas bicicletas podríamos regalar a los barceloneses por cada bicicleta del Bicing? Tal como está el país, ¿no podríamos gastar estos 6.000 euros por bicicleta y año en ayudas sociales, educación o sanidad? Dejo las preguntas en el aire. Pero, antes de acusarme de demagogia, piensen y mediten un poco y cuestionen la utilidad de la bicicleta pública y piensen si no sería mejor promover un transporte urbano racional de otra manera más efectiva y barata. Los datos están ahí, a la vista de todo el mundo.

En resumen, los ciclistas quieren ir por el mundo con el cráneo como escudo. Tienen la cabeza muy dura o muy poco que perder.

1 comentario:

  1. buenos días.
    para situarnos, uso la bici para los recados (no por deporte) en la ciudad y siempre llevo casco, pero soy de la opinión contraria a tu comentario. sería muy largo debatirlo aquí, pero quiero apoyar tu argumentación de que las bicis tengan tan poco impacto medioambiental.
    la bicis tienen poco impacto cuando las carreteras o los caminos ya están construidos, pero construirlos cuesta energía. construir la bici también. no digo que un coche no tenga más impacto en general, pero esas bicis que cuestan miles de euros...¿por qué cuestan tanto? materiales caros, energía, mucha mano de obra que a su vez consume energía...construir un carril bici, cuánto cuesta por cada metro. no soy contrario a la bici. la uso, pero hay q ser consciente de sus inconvenientes

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