Es un puente exquisitamente moderno, dijo un crítico de arquitectura. Vaya mierda de puente, dicen los venecianos.
El fiscal de la Procura Generale della Corte dei Conti, o Tribunal de Cuentas de la República Italiana, Carmine Scarano, ha dicho que el Ponte della Costituzione, también conocido como il Quarto ponte sul Canal Grande o como il ponte di Calatrava es sciovoloso. Quiere decir, resbaladizo. También puede traducirse como algo menos amable, relacionado com la viscosidad de la mierda que uno pisa.
Muy resbaladizo, eso no lo niega nadie. El suelo del puente es de vidrio de Saint Gobain, piedra de Istria y granito clásico griego (sic) de Monteperlo. Carísimo. Se agrieta uno de estos elementos y no vean lo que cuesta el repuesto. Encima, a la que cae una gota de agua sobre el pavimento, no hay quien lo atraviese sin dar con los huesos en tierra. Un poco de humedad y aquello resbala como el demonio. Pero ¿a quién se le ocurre un puente así en Venecia? ¡Ni más ni menos que en Venecia!
¿Se imaginan atravesándolo con una pierna escayolada y bajo la lluvia?
El puente ha salido por un huevo y parte del otro. Se presupuestó en cuatro millones de euros, y ha costado 11,6 millones (más otros gastos imprevistos asociados, 16 millones). Tendría que haberse iniciado en 2002, pero se inició en 2003. La obra tenía que haber durado 456 días, pero duró seis años. Se inauguró por sorpresa, sin aviso ni inauguraciones, la noche del 11 de septiembre de 2008. Con nocturnidad y alevosía.
Los gastos de mantenimiento no conocen límites en el ponte Calatrava.
El fiscal del caso ha dicho, me permito traducir de nuevo, que será un constante y desproporcionado desembolso económico por parte de la administración, dado que la obra padece una enfermedad crónica [está mal asentada], necesitará una vigilancia constante [los materiales son muy frágiles] y diversas intervenciones que no están relacionadas de ninguna manera con la manutención ordinaria. En suma, ha concluido que el cuarto puente sobre el Gran Canal de Venecia es un daño duradero para la ciudad.
¡Un daño duradero! ¡Qué gran piropo!
El procurador adjunto de la Corte dei Conti ha dejado por escrito en la instrucción del caso (cito textualmente): Los gravísimos errores que han caracterizado ora la fase de proyecto, ora la ejecutiva, ora aquella relativa al trazado mismo de la calle, son errores que demuestran una radical incapacidad de comprender la complejidad técnica de una obra tan ambiciosa, errores que se repiten en una suerte de clonación exponencial que han dilatado el tiempo de la construcción y su coste.
El artista que vende malo y caro, y se lo quitan de las manos.
En 2009 se elevó un informe al Comune di Venezia que decía: si ha confermato la completa agibilità del ponte. Es decir, que se mueve, ¡se mueve! La estática del puente está mal calculada y que su dinámica es inestable. Tuvo que cerrarse al paso de peatones. ¡Bravo, Calatrava! ¡Bravo!
Como es de recibo entre grandes arquitectos, no es accesible para gente en silla de ruedas. Esto impulsó la inclusión del ovovia a mitad de proyecto. El ovovia, o la ovovia, no sé, es una especie de ascensor horizontal, una cabina en forma de huevo móvil (de ahí su nombre), que podrá transportar a dos inválidos de una orilla a la otra en cinco minutos, si no fallan los ascensores que llevan los inválidos de la calle al ovovia y viceversa. El ovovia tiene un coste que supera con mucho el millón de euros y todavía no funciona. Parece que no llegará a funcionar. Las autoridades de Venecia han preferido pagar el transporte público entre la estación y el piazzale Roma a todos los inválidos que quieran cruzar el Gran Canal, porque sale más barato llevarlos en góndola grátis que en ovovia.
Porque allá donde Calatrava mete mano, allá se arruinan todos detrás. Los resbalones de los turistas desde que se inauguró el puente suman un daño valorado en millones de euros (sic). Las pérdidas del erario público por culpa de las labores de mantenimiento del engendro de Calatrava suman casi tres millones y medio de euros. Los primeros daños se ponen en cuestión, pero los costes de mantenimiento están contabilizados.
¿La proa de una galera veneciana o la de un barco pirata?
El 13 de noviembre de este año se abrirá la vista contra Calatrava y dos ilustres y afamados ingenieros que colaboraron con él en la construcción del puente. Se los considera culpables de daños al erario público por culpa de los errores cometidos antes y durante la construcción del puente y de tanti scivoloni per i turisti (tantos resbalones de los turistas). Textual.
El fiscal pide 1.078.000 euros a Calatrava y más de 1.700.000 euros a Roberto Scibilia y Roberto Casarin, a cada uno, responsables únicos (sic) del desastre. En los buenos tiempos, el dux lo habría encerrado en los Plomos, de por vida, pero se pierden las buenas costumbres.
Si hubieran preguntado por ahí, sabrían que Calatrava es un sinvergüenza que proporciona espectáculos arquitectónicos a cambio de muchos, muchos, pero muchísimos millones de euros, que luego quedan en nada. Pero, en fin, eso también es un arte.
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