¿La gestión emocional del dinero?


El dinero proporciona muchas emociones. Habrá que gestionarlas.

Lo que faltaba por oír. Una escuela de negocios de Barcelona, de fama mundial y muy conocida por haber proporcionado socios para los turbios negocios de don Ignacio Undargarín, por ejemplo, propone a sus antiguos alumnos un taller titulado: Un cambio de cultura financiera: La gestión emocional del dinero.

¡La madre! La gestión emocional del dinero. El asunto se las trae.

Pero ¿qué quiere decir esto de la gestión emocional del dinero? El taller se anuncia así, permítanme copiar:

La gestión emocional del dinero es la puerta de entrada para poder trabajar realmente con el dinero. Antes de tomar decisiones financieras, primero hay que conocerse a sí mismo, conocer tu entorno personal y profesional para luego desarrollar una estrategia y llevarla a la acción.

Me fascina el empleo incorrecto del tu en la segunda frase y la expresión llevarla a la acción con la que acaba, lo que supondría un suspenso en redacción en cualquier taller de escritura. Pero más fascinante todavía es la primera frase. Si uno no gestiona emocionalmente el dinero, no puede trabajar realmente con él. Caramba.

Perdone un momento, caballero, que antes de firmar la hipoteca tengo que conocerme a mí mismo y a mi entorno personal y profesional; con ese conocimiento, desarrollaré una estrategia (el verbo desarrollar no es el correcto en esta frase) para después llevarla a la acción (mejor dicho, para aplicarla después).

Una mala gestión emocional del dinero ¿provoca mal de tripas?

Técnicamente, la gestión emocional del dinero es a) una ley de Perogrullo, b) una gilipollez o c) las dos cosas al mismo tiempo. Costará una pasta saber cómo se gestiona emocionalmente el dinero. ¿Qué emoción procurará gastar el dinero en saber qué emociones procurará gastar el dinero? Siempre me habían dicho que, en asuntos de dinero, mejor dejar las emociones a un lado y actuar con racionalidad, sentido común y objetividad. Ahora, en cambio, el dinero se gestiona emocionalmente. ¡Será emocionante observar la evolución del sistema financiero que nos espera! Ya verán. Agárrense los piños, que vienen curvas.

¿Quién querrá aprender a gestionar emocionalmente su dinero... o el dinero de los demás? Leamos lo que añade la ínclita escuela de negocios.

Este evento va dirigido a Empresarios, Emprendedores, Family Office, Directores o Gestores de Banca, Directores Financieros y de RRHH y toda persona que el dinero sea importante para él en la toma de decisiones tanto personales como profesionales.

¡Venga la redacción! Mayúsculas hasta en la sopa, innecesarias. Luego, ¿qué es un Family Office? Es una gestoría de grandes (muy grandes) patrimonios familiares, que busca pagar cuantos menos impuestos, mejor. Son los que se llevan nuestro dinero a Suiza, en resumen. Sobra el inglés y falta el plural. Otra: recursos humanos se escribe RR.HH. y es un eufemismo muy extendido para no hablar del personal. Ya no son personas, ni tan sólo trabajadores: ahora son sólo recursos. Abominable.

El uso de evento, que es algo que puede acaecer, es un esnobismo tan de moda y tan gilipollas que no hablaré de él. Otro eufemismo es emprendedor, que puede significar cualquier cosa y que es más chachi que empresario. Si no fuera empresario, ¿qué sería? ¿Espabilado? ¿Sinvergüenza? ¿Oportunista? ¿Especulador? Lo de toda persona que el dinero sea importante para él merece pasar de nuevo por la escuela para aprender a escribir.

Pero el eje de todo este discurso será que la gestión emocional del dinero es importante para todo el mundo que tiene que decidir qué hacer con él, o qué haría con él si lo tuviera. Será importante, por ejemplo, para todos aquéllos que no llegan a final de mes, para todos los que tienen que apechugar las consecuencias de los recortes sociales, el paro o la enfermedad en esta España tan castigada.

Sin embargo, las emociones que causa gestionar mil euros propios imagino que serán muy diferentes a las que causa gestionar un millón de euros ajenos. Me parece que los organizadores del evento no han pensado en la gestión emocional del capital de un jubilado con una enfermedad crónica, pongamos por caso, que tendrá que lidiar con emociones como la desesperación, el desamparo, la angustia y la tristeza. Más bien se enfrentan a las de un ejecutivo que sufre dudas existenciales por culpa del color de moda de la corbata de Hermés. 

Lo que me ilumina y muestra de manera inapelable el gilipollismo del asunto es la oferta que se hace a los participantes en el evento. La invitación dice:

Para finalizar un espacio para Networking, acompañado de una copa de cava.

Me cago en... Al acabar, los participantes en el taller podrán hablar de sus cosas pimplando champán de pacotilla. ¡Qué coño Networking! Además, falta una coma, es posible que sobre otra y no creo finalmente que sea el espacio el que se acompañe de una copa de cava.

Comprobado: gestionar emocionalmete el dinero no enseña a escribir.

¿Para cuándo un curso de cómo leer, escribir y hablar correctamente? Luego se quejan de cómo va el país, si son ellos los que nos llevan al abismo.

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