La alegría de la huerta

Es una desgracia que las pseudomedicinas se publiciten como naturales. La homeopatía, la quiropráctica, la acupuntura, las flores de Bach, el chinchansú o cómo se llame el remedio chino ése de las líneas de energía y tal, que tiene de chino lo que yo, etcétera, son tan naturales como la aspirina Bayer (marca registrada). Un crítico de estas prácticas de magos y estafadores se permitió decir que, hoy en día, natural es cualquier cosa que no se ha podido demostrar científicamente que funciona, pero no se atrevió a añadir (aunque algunos lo hacen) que también puede ser peligrosa. Es una pena, porque un adjetivo tan bonito no merece tan mala suerte.

Hablábamos de la aspirina (marca registrada), que es el ácido acetilsalicílico. Lo de salicílico viene de sauce, pues en la corteza de este árbol se haya presente esta sustancia. Los laboratorios alemanes lograron sintetizar el producto y crearon el analgésico más famoso del mundo, el medicamento sobre el que existe más literatura científica. Sin embargo, cabe añadir que si a usted le duele la cabeza, o si sigue un tratamiento a base de ácido acetilsalicílico contra alguna cardiopatía, será mejor que acuda a una aspirina que a un sauce. Por varias razones. Una de ellas, la dosis. Es muy difícil acertar con la dosis necesaria sin sintetizar el principio activo. Otra de ellas, los efectos secundarios, pues en la corteza del sauce hay muchas más cosas que elementos salicílicos.

Sin embargo, usted puede echar mano de la miel para aclarar la garganta, puede dejar una cebolla partida en dos durante la noche, en su dormitorio, para combatir la tos, o tomarse una tila para tranquilizarse un poco, o un café para animarse. Son recursos naturales (llamémoslos así) para sobrellevar pequeñas molestias. La medicina los conoce y reconoce hace mucho tiempo. Pero, advierte, vaya usted con cuidado con los efectos secundarios.

Una de las pistas que nos ayuda a discernir entre una falsa medicina y la medicina de verdad es que la falsa medicina rara vez presenta efectos secundarios, porque es natural. En cambio, lean ustedes el prospecto de un medicamento y se les pasará las ganas de tomárselo.

Aunque el daño que la acupuntura y la quiropráctica pueden producir en un paciente está ampliamente documentado (incluso por los mismos practicantes de estas terapias), a usted le venderán una práctica completamente inofensiva. Piense un poco: si le clavan agujas y le tuercen la columna vertebral, pueden acabar pinzándole un nervio, por ejemplo, y no sería la primera vez.

El caso de la homeopatía es más cómico (no se me ocurre otra definición mejor). Si el producto es realmente homeopático, existe una probabilidad de uno entre billones y billones y billones de encontrar una sola molécula (una, no más) de un principio presuntamente activo (ésta es otra) en un litro de producto homeopático. Serán los excipientes (agua, alcohol, azúcar) los únicos que podrán tener efectos adversos (de hecho, algún efecto cualquiera) sobre el paciente. Tal es así, que la legislación permite que se venda un producto homeopático si demuestra que no tiene ningún efecto sobre el paciente. Como les cuento. De ahí el negocio de la homeopatía: vende agua de colorines a precio de oro, y así viven de bien las multinacionales homeopáticas, Heel o Boiron, pongamos por caso.

Todo esto para ilustrar un caso que ha tenido lugar en los herbolarios, donde le venden a usted hojas y raíces para curar tal enfermedad o aliviar tales síntomas. Los médicos se hartan de decir que algunas hierbas pueden aliviar algunos síntomas, pero hay que ir con cuidado con los efectos secundarios. Las hierbas no son tan inofensivas como el herbolario pretende hacernos creer.

El caso que ha aparecido en los periódicos es el de un producto llamado Libidus, que también se vende como Libidus for woman. El producto en cuestión se vendía casi todo por internet. Consiste en una mezcla de plantas afrodisíacas para ponerse a tono. Se supone que uno toma el Libidus éste y se pone a cien. Dicen que combate la disfunción eréctil, por ejemplo, y que tomarlo y venirle a uno ganas de llevársela al huerto era todo una.

Pero, ah, amigos, Libidus y Libidus for woman contenía una cosa que se llama sildenafilo.

Problema: el etiquetado de Libidus y Libidus for woman no informaba de la presencia del sildenafilo. Otro problema: si el producto contiene sildenafilo, es un medicamento. Por lo tanto, tiene que pasar por todos los controles por los que pasa un medicamento y sólo podrá venderse en farmacias. Mal asunto. El Libidus es retirado del mercado y con él, 118 productos naturales más, que se vendían sin autorización en herbolarios y demás, que contenían productos que merecían un control médico, por sus efectos secundarios o nocivos. De vez en cuando, el ministerio hace estas cosas y siempre los productores de remedios naturales vuelven a las andadas. Es recurrente.

Ahora copiaré, porque tengo que explicarles por qué es malo el sildenafilo que aparece en esa mezcla de productos naturales.

Del sildenafilo sale el hidroxihomotiosildenafilo, que es un inhibidor selectivo de la fosfodiestrasa 5 (PDE5). En pocas palabras, incrementa el flujo sanguíneo del pene y le pone a usted la pilila como un obús. Pero si usted sufre o ha sufrido un infarto agudo de miocardio, una angina inestable o una angina de esfuerzo, algún tipo de insuficiencia cardiaca, arritmias incontroladas, hipotensión o hipertensión arterial no controlada, ictus o ha tenido antecedentes de neuropatía óptica isquémica anterior no arterítica (caramba), mejor que no pruebe el sildenafilo, porque en vez de empalmarla, podría palmarla.

El sildenafilo, además, va por el mundo con muy mala idea. Le da por combinarse con otros medicamentos y organizar la de Dios es Cristo en el organismo de usted. Además, podría provocarle cefaleas, mareos, dispepsia, dolor abdominal, congestión nasal, mialgias, dolor de espalda, urticarias y otras reacciones de hipersensibilidad, erupciones exantemáticas, erupciones cutáneas, dermatitis, alteraciones oculares y visuales y qué sé yo. Es decir que, por darle a la matraca, podría salir escaldado.

No digo que el sildenafilo sea malo, no lo dice nadie. Lo único que se dice es que su presencia en ese producto natural exige que éste se administre bajo un control médico. El producto en sí mismo, además, ha de pasar suficientes controles como para asegurar que la dosis de sildenafilo en cada caso es una y determinada, con un margen de error aceptable, y que el beneficio de su administración compensa el riesgo que supone.

El sildenafilo es el componente básico de la Viagra (marca registrada).

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