Samuelle Riva, un escéptico italiano, ha tenido problemas con una multinacional homeopática, Boiron. Se le ocurrió colgar en su blog, como hago yo ahora, una imagen de uno de los productos de esta empresa y explicar tanto su historia como en qué consiste, cosa que pienso hacer a continuación. Los accionistas de Boiron, picajosos, enviaron una carta al proveedor del espacio del blog italiano donde afirmaban que dos artículos del señor Riva (un escéptico aficionado) eran falsos y difamatorios, tanto de la homeopatía como de la compañía (Boiron) y acusaban al señor Riva de perjudicar notablemente la reputación de la compañía y causarle graves daños. En todo caso, Boiron no quiso (ni podría) demostrar que las afirmaciones del señor Riva fueran falsas, y la broma les ha costado un serio disgusto.
Porque el caso de las amenazas de Boiron ha provocado que mucha gente (yo mismo, por ejemplo) publicitemos el caso en nuestros blogs y hasta el British Medical Journal, quizá una de las más prestigiosas revistas de medicina del mundo, ha tomado cartas en el asunto, poniéndose de parte del señor Riva. ¡Ánimos, señor Riva! Avanti!
El producto que comercializa Boiron como uno de los remedios contra la gripe (o mejor aún, como una de las formas de prevenir la gripe) es el Oscillococcinum. Pero ¿qué es el Oscillococcinum?
De entrada, es una marca registrada por los laboratorios Boiron (Francia). El Oscillococcinum supone unas ventas superiores a los 300 millones de euros al año, es el producto estrella de esta multinacional homeopática. Hablamos, pues, de mucho dinero.
Oscillococcus, de donde viene Oscillococcinum, es el nombre de una (supuesta) bacteria. La bautizó con ese nombre un médico francés, Joseph Roy, que sirvió en el ejército durante la terrible epidemia de gripe española (1918). El señor Roy describió una bacteria que se movía de una manera característica, le daba como un tembleque. Así la bautizó Oscillococcus, el diplococo (la bacteria) que oscila (tiembla).
El señor Roy creía haber visto esa bacteria en enfermos de la gripe, y pronto la asoció a un montón de enfermedades: el eczema, el reumatismo, la tuberculosis, las paperas... ¡hasta el cáncer! Veía bacterias temblorosas por doquier.
¿Cuál era el problema? Que nadie más que él consiguió nunca ver la bacteria del tembleque. Que muchas de las enfermedades que decía que provocaba el tembloroso animalillo las causa en verdad... un virus. Que no existe el Oscillococcus, dígase alto y claro, que era todo un cuento. No hay ningún bacteriólogo serio que admita la existencia del Oscillococcus y su nombre ha desaparecido de los manuales de medicina y veterinaria.
Sin embargo, que una bactería estuviera presente en tantas enfermedades era un caramelo para los homeópatas. Si causaba tantos estragos, ¡también podría curarlos! Se trataba de aislar una bacteria (que no existe) para diluirla en una solución homeopática. ¿Cómo disolver algo que no existe? Tranquilos, ¿desde cuándo ha sido eso un problema para la práctica de la homeopatía?
Roy, metido en el ajo homeopático, arguyó que la bacteria que oscila estaría con toda seguridad alojada en los órganos internos del cairina moschata, pato almizclado, que los cocineros franceses llaman también pato de Berbería, porque el nombre de Berbería queda más bonito en los menús. En 1918 se creía que el pato silvestre propagaba la gripe (¿les suena eso de la gripe aviar?). En vez de hacer un poco de fuagrás con el pato, conseguirían millones de pastillitas que lo iban a curar todo... ¡Qué negocio!
El señor Roy rebautizó el nombre en latín del pato, pues presentó su remedio al mundo como Anas Barbarie, Hepatis et Cordis Extractum. Olé mis güevos, Anas Barbarie, pato de Berbería... De ahí al Oscillococcinum de Boiron sólo queda el paso de la producción industrial... de nada.
¿Cómo se prepara el Oscillococcinum?
Hay que explicar que se utiliza el método Korsakov (200 CK), que fue incorporado a la homeopatía en 1832. Es un método que sustituye al clásico de Hahnemann porque es más rápido, pero quizá no sea tan preciso. Aunque da igual la precisión, ya verán por qué.
El principal ingrediente es un extracto del hígado y del corazón de un pato almizclado, disuelto de tal manera que no quede rastro ni del hígado ni del corazón ni del pato ni nada. Los homeópatas llaman a este ingrediente (¿activo?) Anas Barbariae Hepatis et Cordis Extractum HPUS 200CK, ahí queda eso.
El excipiente (inactivo) está compuesto de un 85% de sacarosa (azúcar común) y un 15% de lactosa (azúcar de la leche).
Se prepara así, tomen nota para hacerlo en casa:
Se llena una botella esterilizada (no importa demasiado el tamaño) con una mezcla de jugo pancreático (sic) y glucosa.
Se coge el pato, se le corta la cabeza, se le saca el hígado y el corazón.
Se echan en la botella 35 g de hígado y 15 g de corazón.
Se deja el potingue en reposo cuarenta días, tiempo en el que se habrán disuelto las tripas del pato.
Se toma un cazo limpio (da igual de qué tamaño) y se llena de agua lo más pura posible (venden agua destilada en el súper).
Se añade una gota del líquido que hay en la botella.
Se sacude el cazo con energía. Los homeópatas dicen que se procede a la sucusión, para dinamizar la mezcla (sic). El fundador de la homeopatía, Hahnemann, lo hacía dando dos golpecitos al cazo con el lomo de una Biblia. Con darle un par de golpes al cazo con la mano ya vale. No muy fuertes.
Se vacía el recipiente. Es decir, se echa el líquido por la pica.
Se vuelve a llenar el recipiente con agua pura. Ya tenemos una disolución 1 CK.
Para llegar a una disolución 200 CK, hay que repetir el proceso doscientas veces: agitar, vaciar y volver a rellenar el cazo con agua pura. Sí, ya sé que es un cansancio, pero ya queda menos.
Doscientas veces más tarde, se utiliza el agua que llena el cazo (pues ya no es más que agua) para empapar las bolitas de azúcar de 5 g. Y ya está.
Se coge el pato, se le corta la cabeza, se le saca el hígado y el corazón.
Se echan en la botella 35 g de hígado y 15 g de corazón.
Se deja el potingue en reposo cuarenta días, tiempo en el que se habrán disuelto las tripas del pato.
Se toma un cazo limpio (da igual de qué tamaño) y se llena de agua lo más pura posible (venden agua destilada en el súper).
Se añade una gota del líquido que hay en la botella.
Se sacude el cazo con energía. Los homeópatas dicen que se procede a la sucusión, para dinamizar la mezcla (sic). El fundador de la homeopatía, Hahnemann, lo hacía dando dos golpecitos al cazo con el lomo de una Biblia. Con darle un par de golpes al cazo con la mano ya vale. No muy fuertes.
Se vacía el recipiente. Es decir, se echa el líquido por la pica.
Se vuelve a llenar el recipiente con agua pura. Ya tenemos una disolución 1 CK.
Para llegar a una disolución 200 CK, hay que repetir el proceso doscientas veces: agitar, vaciar y volver a rellenar el cazo con agua pura. Sí, ya sé que es un cansancio, pero ya queda menos.
Doscientas veces más tarde, se utiliza el agua que llena el cazo (pues ya no es más que agua) para empapar las bolitas de azúcar de 5 g. Y ya está.
Se calcula que el agua de un río en el que se ha bañado un solo pato almizclado (uno solo) contiene del orden de (aproximadamente)
1.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000
más moléculas de pato que cualquiera de estas pastillas, siendo optimistas. Boiron, pues, vende pastillitas de azúcar para prevenir la gripe.
Las instrucciones de Boiron son las siguientes: En período de exposición gripal (de octubre a febrero) conviene tomarse un envase unidosis a la semana. Como pillará la gripe lo mismo, si le toca pillarla, así que le vengan los primeros síntomas se toma otro envase unidosis. Si no se le van los mocos, prueba a tomar un envase cada seis horas, dos o tres veces. Cuando ya esté finalmente griposo, porque si ha pillado la gripe ya puede estar usted tomando azúcar, que no se le irá, tómese un envase unidosis por la mañana y otro por la noche durante tres días. Para entonces, ya se le habrá pasado la gripe, pero usted creerá firmemente haberse curado gracias a la bacteria del tembleque alojada en las tripas de un pato que han sido disueltas en un cazo con agua que se ha lavado doscientas veces.
Una caja de seis pastillas de Oscillococcinum cuesta unos 14 euros en internet, no sé en la farmacia. Cincuenta céntimos el gramo de azúcar. La versión infantil cuesta el doble.
Quizá por eso Boiron ha facturado más de 520 millones de euros en 2010, haya tenido unos beneficios netos de 66,5 millones de euros (¡el 12,7% de la facturación!). Su departamento de I+D es un departamento homeopático, por diluido, pues apenas gasta un 1,5% de su presupuesto en investigar las diferentes formas que pueden tener las pastillitas de azúcar, mientras que una industria farmacéutica de verdad gasta un mínimo del 15 o del 20% en investigación de nuevos fármacos.
¡Valiente estafa!
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