¡Pobres pobres! (III)

Según los especialistas en este asunto, a ellos me remito, la bolsa de fraude en el PIRMI catalán no supera el 5%, como muchísimo. De hecho, según el propio Departamento de Bienestar y Familia, el fraude se aproxima (pero no llega) al 2%. El propio funcionamiento del PIRMI, que establece controles y un seguimiento personalizado, dificulta el fraude y no son pocos los posibles beneficiarios que no optan al PIRMI por evitar este seguimiento. Y de repente, de un día al siguiente, el primero de agosto los 110.000 pobres de necesidad que dependen del programa son sospechosos de fraude. Vaya por Dios. ¿Cómo ha sido eso?

El Gobierno de la Generalidad de Cataluña ha querido mostrar, una vez más, la dureza y la inflexibilidad en su lucha contra el fraude y el malgasto en la Administración Pública que hacen los pobres (especialmente, los pobres que no son del país, que son los peores), lucha de la que hacen tanta gala y propaganda mientra el pueblo jalea y aplaude. Si no, ¿de qué iba a presumir?

Como ya saben, sin previo aviso, han cambiado el sistema de pago de la renta mínima de inserción (RMI), que pasa a cobrarse en agosto con un cheque nominativo que se envía por correo certificado. Además, se citan a veinte mil beneficiarios para que se presenten en las oficinas de Bienestar y Familia para justificar su situación en menos de diez días o se quedan sin PIRMI.

Problema: A mitad de agosto, más de un tercio de los beneficiarios todavía no han visto el cheque.

Problema: Diez mil beneficiarios no habían recibido el aviso para presentarse a las oficinas cuando ya había acabado el plazo para que pudieran hacerlo. Cinco mil ya han sido expulsados del PIRMI, mientras se prorroga el plazo para atender a éstos y a otros diez mil, que ésos sí que han podido presentarse en las oficinas de Bienestar y Familia. Pero vamos de Guatemala a Guatepeor: las oficinas están colapsadas porque existe otro...

Problema: En la sede de Bienestar y Familia sólo pueden atenderse sesenta o setenta casos o reclamaciones relacionadas con la PIRMI al día, porque el personal está de vacaciones. Hagan cuentas.

Problema: El coste de tantos correos certificados arriba y abajo y de tantas gestiones inútiles se estima en poco más de un millón de euros. Nada, lo justo para pagar dos mil quinientas RMI (de treinta y pico mil que se pagan).

Etcétera.

¿Y qué ocurre? Nada, qué va a ocurrir.

De entrada, el señor Colet, secretario general de guardia, hizo unas declaraciones sobre los pobres que tiraban p'atrás, dichas con una ignorancia y una falta de respeto espeluznantes. Como hacen vacaciones todo el año, dijo... Al día siguiente, insistió en ello, en la radio. ¿Han metido la pata cambiando el sistema de pago? ¿Por qué no atendían a los consejos de los especialistas? ¿Por qué no avisaron a los beneficiarios de los posibles retrasos? ¿Nadie piensa admitir que erró, que calculó mal, que se equivocó, que metió la pata, incluso que pudo haberlo hecho mejor?

Nadie. La consigna es sencilla. El caos del PIRMI ha sido una estrategia refinadísima para luchar contra el fraude (abuso, dice el presidente Mas, por evitar polémicas y escurrir el bulto). Se añaden comentarios del estilo siguiente: los beneficiarios no tienen por qué quejarse; no pasa nada por cobrar con un poco de retraso; si hubiesen cumplido con lo que se les pide, ahora no estarían así; etcétera. Por si acaso no se han dado argumentos suficientes, se apela a un clásico: los beneficiarios no son catalanes y envían todo ese dinero al extranjero o fuera de Cataluña, y no se sabe cuál de las dos cosas es peor. Como si quieren comprarse piruletas. Allá cada uno con su dinero, ¿no?

El presidente Mas, en una improvisada declaración en su visita (privada) a las fiestas del barrio de Gràcia, Barcelona, ha dicho que todo el asunto del PIRMI tiene una explicación clarísima. Veámosla. Ahora hay menos dinero, dice. Ah, bien. Prosigue diciendo que hay que preservar el dinero que hay para que se gaste bien y sobre todo que llegue a las personas que realmente lo necesitan. ¿Nos da a entender que hay mucho espabilado acogido al PIRMI que realmente no lo necesita? Y los asistentes sociales, sin darse cuenta. ¡Así nos luce el peluquín!

Eso sí, también declara que nadie puede decir que no hemos tenido sensibilidad. No, no, qué va, nadie... Pero afirma lo siguiente: O actuábamos para intentar romper el abuso, o si no en octubre no podría cobrar prácticamente nadie, y hay mucha gente que lo necesita. En otras palabras, tenían que inventarse algo para sacarse de encima algunos beneficiarios del PIRMI o se quedaban sin subvenciones para la ópera.

De todos modos, se explica un poco mejor. Copio: Nuestra teoría es que con el RMI [dice así, erre eme i, como si todo el mundo supiera de qué va el asunto], si no hacemos lo que estamos haciendo, que es intentar evitar que haya un abuso [evita la palabra fraude, otra vez, que da mal fario], lo que pasará dentro de pocas semanas es que aquellos que realmente lo necesitan no podrán cobrar, porque se habrá acabado el dinero de esta partida, y para que esto no ocurra, tenemos que procurar que aquellas personas que no se pueden acoger al programa porque no reúnen los requisitos, no lo cobren, porque así lo puedan seguir cobrando los que realmente lo necesitan. Gran oratoria, por cierto, especialmente al final. La parte contratante de la primera parte y tal y cual.

Pero él insiste, sembrando dudas y culpables. Así, está seguro de demostrar que el follón descubrirá que un porcentaje significativo de beneficiarios abusa del sistema porque viven fuera de Cataluña, incluso fuera de España. Caramba. Eso explica el gasto en desplazamientos de los asistentes sociales, que tienen que visitar a estas familias periódicamente para comprobar que cumplen con el programa. ¡Ahora me lo explico! De hecho, ya ven, la culpa siempre la tienen los de fuera o los funcionarios, o ambos a la vez. Los peores son los funcionarios que no son catalanes; ésos sí que son mala gente.

Puestos a combatir el fraude con tantos ánimos, me gustaría que se aplicara la misma medicina a los ricos. ¿Sabían ustedes que los asalariados y los pensionistas catalanes declaran a Hacienda más ingresos anuales por persona que los empresarios o los que viven de una profesión liberal en Cataluña? Eso es fraude y lo demás, cuentos.

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