1714 (pesetas)


¡Hay que reconocerles ingenio! Casi casi aplaudo, de tanta admiración. ¡Bravo! ¡Bravo!

Fíjense. El Ayuntamiento de Barcelona, con el beneplácito de todo quisque, ha subido los precios del transporte público bastante más de lo que han subido la inflación y los salarios. De hecho, la ratio entre el precio de un billete de metro o autobús y el salario mínimo de Barcelona es el más alto del que se da en las grandes ciudades europeas. Vayan y hagan números, si no me creen.

¿A qué responde semejante aumento? Desde luego, no responde a facilitar las cosas a los ciudadanos. Parece que vayan a por nosotros, la verdad.

Examinemos una teoría conspirativa de la que he tenido noticia, que podría darle una explicación... ¿más divertida? Mi confidente no cree en la casualidad y cree que ha sido así. Yo sólo les cuento lo que me han contado.

El billete más empleado por los barceloneses es la tarjeta T-10. Su precio se incrementó un 5,8% durante la Nochevieja. Ahora vale 10,30 euros.

Si un euro vale 166,386 pesetas, y la peseta es una moneda de origen catalán (la peceta o piececita), los 10,30 euros de la T-10 valdrán 1.713,78 pesetas.

Como la peseta no admite céntimos, los 78 céntimos serán un euro. 

Así que la tarjeta T-10 valdrá 1.714 pesetas.

La T-10 se convierte así en un patriótico billete de autobús. Por eso de 1714, no sé si lo pillan.

De ahí la subida de precios, para conmemorar que si antaño nos jodieron los franceses, ahora nos jodemos nosotros solos, sin ayuda de nadie. ¡Lo que se aprende en trescientos años!

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