Olor a podrido


La escena de marras, bellamente ilustrada.

Hamlet, primer acto, cuarta escena. En los muros del castillo de Elsinor, Hamlet se reúne con Marcelo y Horacio. Quiere ver el que parece ser fantasma de su padre, se muestra escéptico. Contrasta la frialdad y soledad de la guardia con la jarana, el baile y las risas de los habitantes del castillo. El ahora rey, hermano del difunto rey y recién esposado con la viuda, celebra la boda con jolgorio y aparato (a cada copa de Rhin que bebe, los timbales y clarines anuncian con estrépito su victorioso brindis, dirá Hamlet). 

Ya sabrán qué sigue. Aparece el fantasma y Hamlet lo invoca. Se le va el escepticismo por los ojos. Como el fantasma le hace señas al príncipe para confesarse a solas, Marcelo y Horacio intentan quitar esa idea de las mientes de Hamlet, no vaya a hacerse daño, volverse loco, precipitarse al abismo... Pero el príncipe se pone farruco y corre tras el fantasma, más excitado que de costumbre. De ahí que, desanimado, Horacio se pregunte qué resultará de este suceso y Marcelo responda:

Something is rotten in the state of Denmark.

Que suele traducirse como Algo huele a podrido en Dinamarca (mi traducción favorita, aunque no sea exacta), Algo está podrido en la nación (o en el estado) de Dinamarca, o simplemente Algo está podrido en Dinamarca. Podrido, corrupto. Algo hiede en Dinamarca

Marcelo alude a los sucesos recientes. La rebelión de Fortimbrás, la muerte del rey Hamlet (padre), el matrimonio de la viuda con su cuñado, que no respeta ni el luto (qué prisas para casarse, pardiez), y la sensación de desgobierno, de corrupción política y moral de Dinamarca. La mayor parte de los críticos de Shakespeare coinciden en el desánimo y el desconcierto de Marcelo y Horacio ante semejante panorama. Que el príncipe corra detrás de un fantasma es lo último que les faltaba por ver y cuando Horacio suspira y desea que el Cielo guíe sus pasos (los de Hamlet) en el fondo ruega por el futuro de Dinamarca.

Me ha venido a la memoria la frase de Marcelo leyendo los periódicos esta mañana. Me lo imagino exclamando que algo huele a podrido mientras la fanfarria que suena de fondo intenta disimular alguna nueva estupidez de nuestros líderes patrios, como ahora ésta, ésta o esta otra, por poner apenas tres ejemplos y dejar muchísimos más en el tintero. 

El robo más mezquino es aquél que ni siquiera tiene la excusa de la pobreza, que dijo el poeta. Veo mucha mezquindad, pues, y lamento que Shakespeare siga vigente. 


Pero ¿qué he dicho? Gracias a Dios, ¡gracias!, que sigue vigente. ¿Qué haríamos sin Shakespeare? Una vez que se disipan las nubes, dejan pasar los más bellos rayos, dijo, y quizá tenga razón.

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