Hasta hoy, poca gente conocía al doctor Izpisúa. Era el director del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona (CMRB). Este centro se había construido alrededor de los trabajos de investigación del señor doctor, relacionados con las células madre. La revista Science consideró su trabajo para conseguir microrriñones a partir de células madre como uno de los grandes avances científicos de 2013.
Por si tienen reparos sobre el uso de embriones en estas investigaciones, el doctor Izpisúa es pionero en la reprogramación de células adultas, un proceso capaz de convertirlas de nuevo en células madre iPS (pluripotenciales inducidas, en argot).
Todo esto, ¿para qué sirve? ¿Qué es? Gracias a los trabajos del doctor Izpisúa, podría aprovechar tejidos de mi propio cuerpo para crear células especializadas en laboratorio. Por ejemplo, (parte de) un riñón. Como la célula transplantada tiene mi mismo código genético y reproducirá el organismo que necesito donde lo necesito, desaparecerá el peligro de rechazo y seré capaz de regenerar un tejido enfermo. Todo el mundo coincide en la importancia y el impacto de estos estudios.
Todo el mundo menos la Generalidad de Cataluña y el Gobierno de España. Fíjense. Ambos entes aportaban cada uno un millón y medio de euros al CMRB. Casi todo el dinero servía para pagar el alquiler del edificio de oficinas y laboratorios... ¡que pertenecía a la Generalidad de Cataluña! ¡Un negocio redondo! Lo que daban con una mano lo recibían con la otra, y lo que pagaba el Estado, también. Ponían un millón y medio y recibían tres. ¡Así también ayudo yo a la ciencia!
Fíjense qué diferencia si la Generalidad de Cataluña hubiera cedido gratuitamente el edificio y hubiera destinado ese millón y medio a investigación pura y dura. Si el mejor investigador del mundo en células madre (o uno de los cinco mejores, qué más da) contara con tres millones de euros para organizar sus proyectos de laboratorio, sin pasar apuros. Imagínenselo.
Háganse a la idea de que los trabajos del doctor Izpisúa se incluyen entre los más importantes de la ciencia médica contemporánea. Se sufraga(ba)n con 1,8 millones de euros que recibía el CMRB de diversas organizaciones internacionales, que no directamente de ningún gobierno español (o catalán o barcelonés, como gusten). Este dinero era asignado a uno u otro proyecto determinado y así iban tirando. Si el doctor hubiera contado con tres millones fijos del Estado y la Generalidad en vez de tener que ir a buscar por todo el mundo quién podría pagar 1,8 millones para trabajos de investigación ¿qué podría haber hecho el CMRB? ¡Maravillas!
Pero vino el gobierno de Mas, el de Rajoy y las (tristemente famosas) retallades. En cualquier caso, han surgido diferencias entre dos ministerios y dos consejerías. El País recoge la opinión de varios científicos, que coinciden todos ellos en acusar a la falta de acuerdo entre consejeros y ministros (cada uno a lo suyo), a una decepcionante mediocridad política y a los recortes.
Acusar ¿de qué? De esto: el doctor Izpisúa se va con la música a otra parte. Abandona el centro. En la práctica, su dimisión ha herido de muerte al CMRB. El doctor está harto de tanta mediocridad y falta de visión de nuestros líderes patrios, de tanta mentira, de tantas promesas incumplidas. Ahí os quedáis, ha dicho.
Según los periódicos, acudió al presidente Mas hace año y medio. Ya entonces denunció los problemas que le planteaba la Generalidad de Cataluña y los ministerios. El señor Mas le dijo que tranquilo, que él iba a arreglarlo todo, que pondría todos los medios que fueran necesarios para que el CMRB siguiera adelante. Palabrita del niño Jesús, que esto lo arreglo yo en un pispás, le dijo.
Prueba de ello, de sus arreglos, es que el doctor Izpisúa ha enviado a la mierda a la Generalidad de Cataluña, al Gobierno de España y a la madre que los parió a todos. Se va. Se larga. Se lleva 18 de los 21 proyectos del centro y casi todos los millones que ingresaba el centro para investigar. Pronto aparecerá en una universidad americana y Cataluña (España) retrocederá lustros en investigación científica y perderá una cantidad obscena de millones y millones de euros en beneficios derivados de la investigación biomédica y la mejora de la sanidad pública. Otra gran oportunidad echada a perder.
¿Responsables? ¿Quién da la cara por lo sucedido? ¡Nadie! ¡Que estamos en España, por Dios! En Cataluña, si prefieren, que tanto da la parte como el todo.
Según El País, después de la visita del doctor Izpisúa al señor Mas, la Generalidad de Cataluña propuso cambiar la función del centro, que abandonaría la investigación básica y abrazaría la investigación clínica con la ayuda (de los amigos) del sector privado. Como el doctor Izpisúa no hace investigación clínica, sino básica, la Generalidad de Cataluña propuso prescindir de él. El presidente cumplía así su promesa. Así también las cumplo yo.
Desgracia sobre desgracia. Los ministerios del Gobierno de España presentes en el patronato del CMRB no se opusieron a los planes de la Generalidad de Cataluña. Si hoy van y preguntan por la dimisión de Izpisúa, despistan. Su postura oficial es el silencio y si aprietan ustedes, dicen que el CMRB es cosa [sic] de la Generalidad de Cataluña y se sacan la murga de encima. Qué valientes cabrones.
Volviendo a la Generalidad de Cataluña, es un escándalo ver cómo aparece la noticia en TV3, por ejemplo. En vez de callar, como en Madrid, largan con gusto, pero emplean palabras sobradas de cinismo y mentira.
Ahora vemos una fase diferente, más enfocada en la transnacionalidad, dice don Carles Constante, director general de Planificación e Investigación en Salud de la Generalidad de Cataluña, esbirro de don Baudilio (a. Bío) Ruiz. En investigación, los cambios son habituales, añade, quitándole hierro al asunto, como si lo de Izpisúa fuera, bah, algo sin importancia. Para más inri, se le ocurre decir que ha habido un acuerdo entre las partes (ministerios y consejerías) y que aquí no ha pasado nada. Ahora apostamos por un enfoque diferente, concluye. Porque quieren privatizar la investigación del CMRB, ni más ni menos. Quieren, en la práctica, alquilar los laboratorios a empresas amigas, para que éstas puedan reducir costes y trabajar con becarios a bajo coste, en vez de echar mano de plantillas especializadas (y caras).
El País denuncia que el año pasado una empresa farmacéutica intentó comprar el CMRB (y todos los proyectos de investigación en manos del doctor Izpisúa). El Gobierno de España se enteró, se opuso y la venta no se produjo. Se desconoce cuál fue la postura de la Generalidad de Cataluña, pero esos desacuerdos de los que se habla puede que vinieran por aquí. Es un suponer, ya les digo, pero no me extrañaría que intentaran dársela con queso al docto Izpisúa y quedarse con una comisión por el camino, que la sanidad en Cataluña es terreno de corrupción y chanchulleo.
¿Por qué exactamente nos ha dado plantón el doctor Izpisúa? No sabría decirles. Ahora mismo, no. Pero ya lo sabremos, tranquilos, que todo se sabe al fin. Lo que sí podemos afirmar es que el CMRB se ha ido al traste, el doctor Izpisúa se va y nos deja a todos con un palmo de narices. El daño que ha provocado la mediocridad, la bajeza y la cortedad de miras de nuestros líderes patrios es tremendo. En mi país, los burros tiran de la carreta y el resto va detrás, aplaudiendo.
Ahora imagínense que en vez del doctor Izpisúa hubiera sido Messi el que nos diera plantón. Imagínenselo diciendo que querían echarlo a traición, que le han engañado y mentido repetidas veces sobre su contrato y que, harto, se va a jugar con otro equipo, bien lejos del Barça. ¿Qué creen que sucedería entonces? ¿No se lo imaginan?
Evasor de impuestos, analfabeto y héroe nacional.
Sus goles no salvarán ninguna vida, pero ¿qué más da?
Con una décima parte de los millones de euros que Messi ha reconocido haber defraudado a Hacienda, pagamos un año de las investigaciones del doctor Izpisúa. Con lo que nos ha birlado en verdad, ni les cuento. El muy sinvergüenza... Pero es el doctor el que nos deja y nosotros perdemos el culo por un analfabeto que nos ha robado lo que ha querido y cuyo único mérito es correr detrás de un balón.
O tempora o mores, que dijo Cicerón. Traducido sería: ¡Qué mierda de país me ha tocado en suerte!
¡Cuánta razón tienes!
ResponderEliminar