Cosas del fraude fiscal

Se ha armado la marimorena cuando un político exaltado ha proclamado a gritos que en Andalucía no paga ni Dios. Digamos dos cosas a favor de este personaje. En primer lugar, efectivamente, Dios no cotiza, ni en Andalucía ni en ninguna parte. En segundo lugar, dijo lo que dijo por llamar la atención, por provocar al personal y ser el centro de la polémica, lo que supone propaganda electoral grátis. Por eso no nombro a tal caballero ni a su partido. Pero el caso es que me da igual.

Dicho esto, según datos de la Agencia Tributaria de junio de 2010, anteriores al esperpento electoral:

El 30% del fraude fiscal en España se produce en Cataluña.
El 29%, en Madrid.
El 16,5%, en Andalucía.
Las comunidades autónomas que menos defraudan son Aragón, La Rioja y Castilla y León.

Esto es muy grave. La economía sumergida en España suma entre un 20 y un 25% del PIB (en Alemania, un 6%). En euros, esto supone dejar de ingresar 70.000 millones al año, que son más de once billones y medio de las antiguas pesetas, una burrada. A más estirar, Hacienda recupera un 10% de este total. Somos el estado europeo que más defrauda al fisco y un 43% de los españoles (según estudios de la Agencia Tributaria) justifica el fraude fiscal y no se arrepiente por ello.

Fíjense que el ingreso medio declarado de empleados y pensionistas en 2009 fue de 18.400 euros al año; el de empresarios y profesiones liberales, 13.525 euros al año. Si nos hubiéramos aplicado todos a pagar impuestos como Dios manda, otro gallo nos cantaría en estos tiempos de crisis.