En Italia no se juega con Ferrari. Punto. Perder un campeonato del mundo en la última carrera por culpa de un error de apreciación del director de pista (un error que sólo puede achacarse a un exceso de precaución) es una catástrofe. Le ha faltado poquísimo a la Liga Norte (un partido... en fin, un partido) para cargar contra el presidente de Ferrari, Luca Cordero di Montezemolo.
Se cuenta que este caballero, de familia de marqueses y cardenales, un tipo de la vieja escuela, ha tenido siempre un ojo puesto en la política y nunca ha ocultado su disgusto por ver Italia en manos de desalmados, ladrones y papanatas, por gente vulgar, en suma. Con Ferrari a sus espaldas, es de los pocos empresarios italianos que se atreve a decirle a Berlusconi de todo menos guapo. Perder el campeonato en la última carrera ha sido la ocasión que esperaban los cafres de la Liga Norte para devolverle los cumplidos. Nadie les recriminará por ello, porque Italia se dolerá de la derrota unos cuantos días, como se duele alguien de un dolor de muelas.
¡Qué exagerados los italianos! En cambio, aquí...
Por poner un ejemplo, no se nos ocurriría nunca, pero nunca, cambiar el día de un partido de fútbol porque coincide con una jornada electoral. ¡Qué barbaridad! ¿A quién se le ocurriría pensarlo? Sería un insulto al ciudadano, sería poner en duda, en voz alta, su inteligencia y su responsabilidad. El fútbol es una cosa y la política, otra, y eso lo sabe y distingue cualquiera, ¿no es verdad? ¿Quién dijo que celebrar el partido el mismo día que las elecciones dispararía la abstención? Algún exagerado, sin duda, como exagerado sería quien pensara que un resultado u otro podría alterar el resultado electoral. ¡Qué tontería! ¡Qué barbaridad! Aquí somos gente mucho más seria, por favor. De hecho, fíjese usted, en el palco del Barça no verá a ningún político intentando mostrar al pueblo que él también es futbolero, y del Barça. ¿Y quién dijo que una derrota o una victoria del Barça o del Madrid podría ser empleada como argumento electoral, o discutida en las tertulias políticas? Seguramente, un tipo infame. ¡No puede creerme algo así!
En cambio, en Italia...
Se cuenta que este caballero, de familia de marqueses y cardenales, un tipo de la vieja escuela, ha tenido siempre un ojo puesto en la política y nunca ha ocultado su disgusto por ver Italia en manos de desalmados, ladrones y papanatas, por gente vulgar, en suma. Con Ferrari a sus espaldas, es de los pocos empresarios italianos que se atreve a decirle a Berlusconi de todo menos guapo. Perder el campeonato en la última carrera ha sido la ocasión que esperaban los cafres de la Liga Norte para devolverle los cumplidos. Nadie les recriminará por ello, porque Italia se dolerá de la derrota unos cuantos días, como se duele alguien de un dolor de muelas.
¡Qué exagerados los italianos! En cambio, aquí...
Por poner un ejemplo, no se nos ocurriría nunca, pero nunca, cambiar el día de un partido de fútbol porque coincide con una jornada electoral. ¡Qué barbaridad! ¿A quién se le ocurriría pensarlo? Sería un insulto al ciudadano, sería poner en duda, en voz alta, su inteligencia y su responsabilidad. El fútbol es una cosa y la política, otra, y eso lo sabe y distingue cualquiera, ¿no es verdad? ¿Quién dijo que celebrar el partido el mismo día que las elecciones dispararía la abstención? Algún exagerado, sin duda, como exagerado sería quien pensara que un resultado u otro podría alterar el resultado electoral. ¡Qué tontería! ¡Qué barbaridad! Aquí somos gente mucho más seria, por favor. De hecho, fíjese usted, en el palco del Barça no verá a ningún político intentando mostrar al pueblo que él también es futbolero, y del Barça. ¿Y quién dijo que una derrota o una victoria del Barça o del Madrid podría ser empleada como argumento electoral, o discutida en las tertulias políticas? Seguramente, un tipo infame. ¡No puede creerme algo así!
En cambio, en Italia...
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