La frase de la campaña

Ya saben lo que dicen de la estadística. La cabeza en el horno y los pies en el congelador y la temperatura media es la correcta. Lo mismo pasa con la lectura. En Cataluña, cada catalán compra 3,4 libros al año, de media. Lo que ocurre es que los lectores (sic), ésos que leen más de un libro al año, son pocos, pero leen mucho; luego está más de la mitad de la población, que no compra más de un libro al año, como mucho, y no sabemos si lo lee. Con esto, ya han cumplido. La moda es, pues, no leer.

Quizá sea ésa una de las razones del éxito del señor Trias, que finalmente ha obtenido la alcaldía de Barcelona. Quien la sigue, la consigue, pero hablábamos del leer.

En una entrevista en un diario barcelonés, con total desparpajo, el señor Trias afirmó que no leía más de un libro al año. Ésta es, a mi entender, la frase de la campaña, ésa que buscan los periódicos como destacable y notoria. Reconocer tal hábito de lectura aproxima al candidato al barcelonés medio, que no lee ni para atrás. Porque el barcelonés medio recela de ese político que se las da de listo y presume de haber leído lo último de Habermas o la poesía de Borges, por decir algo. En cambio, reconocer como si tal cosa que las cosas del leer no están hechas para uno es algo que aproxima a candidato y ciudadano, o eso dicen los expertos de mercadotecnia política.

Ahora viene la parte interesante del asunto. Si realmente lee tan poco o si esa respuesta es medida y meditada tiene su intríngulis, pero lo más intrigante es por qué nadie le echó en cara que quisiera ser alcalde sin leer siquiera un libro al año. Quizá los expertos de la mercadotecnia política desaconsejaban tal pregunta al candidato lector, que alguno habría, digo yo.

Porque alguno había ¿no?

2 comentarios:

  1. Recordarás que Demóstenes, aquel señor de las Filípicas, se llenaba la boca de piedras (o de bellotas, según otros) para mejorar su dicción y que su discurso sonase mejor a su oyentes pues no se trataba sólo de lo que decía sino de cómo lo decía. Demóstenes quiso ser un buen orador para que sus ideas llegasen mejor a su público, ni más ni menos que los ciudadanos atenienses.

    Posiblemente el Sr. Trías no sepa quien fue Demóstenes y tampoco le ha hecho falta saberlo ni aplicarse la lección para llegar donde ha llegado. Y así nos va.

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  2. ¿Insinúas, querido Carlos, que el Sr. Trias tiene una dicción deficiente? ¡Qué maldad!

    Pero los demás candidatos ¿qué habrían dicho de Demóstenes? That's the question, que dijo ése.

    Ahora bien, Demóstenes enseñó que llenándose la boca de bellotas uno habla mejor. La cosa se ha torcido y ahora, en vez de bellotas, los políticos usan palabros, que se meten en la boca no se sabe cómo y que sueltan con alegría, en medio del discurso. Fíjate y verás.

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