Las termitas-soldado de la especie Globitermes Sulphureus tienen muy mala idea. Si usted entra sin permiso en el termitero, se le echan encima y lo aprisionan con sus mandíbulas. Hasta ahora, lo de siempre: se defienden con la fuerza bruta, a dentelladas. Ahora bien, eso no es todo. Si observa bien, verá que la termita-soldado que le tiene cogido sufre un telele. Vea cómo se le contraen los músculos del cuello, vea cómo asoma un bulto, que se hincha, se hincha, se hincha y... ¡paf!
Se le viene encima una sustancia amarillenta, una especie de baba tóxica que, además, es como pegamento. La termita-soldado muere, naturalmente, pero usted no tarda en irle detrás, intoxicado, inmovilizado y sorprendido por tan asqueroso recibimiento.
En 1974, dos naturalistas, Maschwitz y Maschwitz (Erik uno y Ulrich el otro), propusieron el término autothysis para definir este comportamiento. La autohysis sería el proceso en el que un animal se destruye a sí mismo (se suicida, vamos) dejando escapar una secreción tóxica o pegajosa a través de su piel. Se define, en boca de los Maschwitz, como un suicidio altruista, un suicidio por el bien de la comunidad a la que uno pertenece. El palabro proviene del griego, de auto (a sí mismo) y lysis (pérdida).
Maschwitz (Erik, seguramente, o Ulrich) era especialista en el comportamiento social de las hormigas, y propuso el término al observar el comportamiento suicida de la hormiga carpintera u hormiga de Saunders (Camponotus saundersi), que tiene aficiones similares a las de la termita anteriormente descrita.
La autothysis está extendida entre las termitas-soldado como las Serritermes Serrifer, Dentispicotermes, Genuotermes y Orthognathotermes. Algunas especies de Apicotermitinae, que no tienen termitas-soldado, o las termitas de los géneros Grigiotermes y Ruptitermes, emplean termitas-obreras para reventar delante del enemigo y fastidiarlo a base de bien. Algunas de estas termitas proceden de la siguiente manera: cuando asoma el invasor por uno de los túneles del termitero, lo bloquean con sus cuerpos, formando una barrera, y bicho que se acerca, ¡paf!
Todo esto porque se ha descubierto otra especie de termita que practica el suicidio altruista. Es la Neocapritermes taracua. Las termitas-obreras viejecitas, pobres, que apenas pueden con su alma, comienzan a acumular saliva en su abdomen y en la piel, proteínas ricas en cobre. De ahí que se vayan poniendo gordas y azules. Si usted entra en un termitero y ve que se le acercan unas termitas viejas, barrigonas, babosas y azules, salga corriendo, porque así que se le acerquen... ¡paf!
Quedará usted pringado de proteínas ricas en cobre, ya le digo, que al mezclarse con la baba de termita vieja reaccionan de muy mala manera, corroen, queman, envenenan y se le llevan a usted y a todo lo que pillen por delante. En términos militares, a eso se le llama un compuesto binario: la proteína sola no hace nada y la baba, tampoco; pero la mezcla...
Esta nueva autothysis se ha dado a conocer en la revista Science, en el artículo Explosive Backpacks in Old Termite Workers que firman, agárrense, J. Šobotník, T. Bourguignon, R. Hanus, Z. Demianová, J. Pytelková, M. Mareš, P. Foltynová, J. Preisler, J. Cvačka, J. Krasulová e Y. Roisin.
Esas termitas puede encontrarlas buscando en la Guayana francesa, como lo hizo Thomas Bourguignon, el becario que ha hecho todo el trabajo preparando su doctorado a las órdenes del doctor Yves Roisin, de la Universidad Libre de Bruselas. La gracia (llámese así) de estas termitas es que acumulan los cristales tóxicos de cobre en su piel para que la mezcla baba-proteína sea especialmente dañosa para el enemigo. Ninguna otra termita es tan sofisticada en su autothysis.
El caso de las termitas nos da mucho en qué pensar... si uno se pone a ello, naturalmente. Lo primero que me viene a la cabeza es que nuestros gobernantes podrían caer en una autothysis y reventar ellos solitos, por el bien de la comunidad, pero no caerá esta breva. Gracias a Dios, no somos termitas, pienso a continuación. Y en ésas estamos.
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