Este verano se abre ante nosotros...



Quise saber cuáles eran o habían sido las perspectivas de mis lectores sobre el verano, qué planes tenían, que previsiones.

Ninguno de ellos ha pensado en visitar una oficina de empleo durante estas vacaciones. Tampoco ha pensado en abrir sus corazones al amor. En uno u otro caso, ya estarían servidos o escocidos, eso no lo sé yo. Ni uno sólo ha creído que el verano le ofrecía una oportunidad única... Única ¿para qué? Sabe Dios, una oportunidad única, punto.

Una sexta parte de mis lectores contemplaba el verano como un campo abonado al más absoluto tedio. El dolce far niente no está hecho para ellos, y no saben lo que se pierden. Otro tanto ha previsto visitar el frigorífico, mostrando un verano muy lejano al ideal de la Operación Bikini.

Una cuarta parte de mis lectores tenían previsto practicar el paracaidismo, el tirarse desde lo alto de un puente o echarse por un barranco con la cabeza por delante, porque, para ellos, las puertas del verano se abrían ante un abismo sin fondo, y supongo yo que será eso.

A Dios gracias, la mayoría de mis lectores prefería algo mucho menos peligroso. La mitad ha elegido el verano para abrir las páginas de un libro y... ¿leerlo? ¡No será para tanto!

Me corroe la duda.

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