Florencia, una ciudad moderna (I)



Stendhal hablaba de las grandes losas de piedra blanca con las que empedraban las calles en Florencia, y elogiaba su limpieza. Siguen ahí, esas grandes losas, pero también empedrados de piedra pequeña y asfalto, abundan los baches y las aceras son estrechísimas. La ciudad parece destartalada. Si sumamos a esta impresión los colores ocres, las piedras grises, las manadas de turistas de crucero... alguno exclamará que Florencia es una ciudad sucia, pero no es verdad.


De hecho, Florencia hace grandes esfuerzos por mantenerse limpia. Fue una de las primeras ciudades europeas en proceder a la recogida selectiva de residuos y su gestión ambiental ha sido elogiada varias veces por expertos en este asunto. El mérito es de los florentinos, sin duda: no tiran un papel al suelo ni en caso de extrema necesidad, aunque no pueda decirse lo mismo de los turistas.

Florencia es más grande que el mapa que reparten a los turistas en el centro de información. Es del orden de cuatro veces más extensa y suma 370.000 habitantes. Su área metropolitana, más de un millón y medio.


El turismo es una de sus principales fuentes de ingresos, pero también de problemas, porque los turistas acuden por millones durante todo el año y eso supone muchos esfuerzos extraordinarios, de todo tipo. El Ayuntamiento de Florencia (la Comune di Firenze) ha impuesto una tasa turística de tres euros por noche, por aliviar un poco el asunto.


Florencia y su área metropolitana cuentan con un servicio de autobuses y microbuses (muchos, propulsados por biodiésel, gas natural o etanol) muy eficiente y extremadamente puntual; ha inaugurado dos líneas de tranvía (el tram); se han hecho grandes esfuerzos por organizar el tránsito mediante planes de movilidad detallados y eficientes, de los que podríamos aprender un poco.

Su aeropuerto es pequeñito (el principal aeropuerto de la Toscana es el de Pisa), pero ya piensan ampliarlo. La estación del ferrocarril de Santa Maria Novella (SMN en argot ferroviario) es, sin embargo, la más importante de la región. Por cierto, el edificio de la estación es una maravilla arquitectónica; fue diseñado por Michelucci, se levantó entre 1932 y 1934 y es uno de los edificios más notables de la arquitectura contemporánea italiana. ¡Visítenlo! Como si visitaran una catedral. Vale la pena.

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