¡Operación Bikini!
En la lucha a muerte y sin cuartel contra los kilos, ahora que se avecina el uso del bikini, convendría no echarle azúcar al café.
Llegado el caso, se propone el uso de sacarinas, pero estas imidas o-sulfobenzoicas procedentes de la hulla tienen mala fama. Aunque se descarta que sean cancerígenas y se haya eliminado la sacarina de las listas de productos químicos peligrosos en Europa y los EE.UU., usted es de la línea de la monjita Forcades y cree que es todo una conspiración judeo-masónico-farmacéutico-financiera para envenenarnos y vender vacunas.
Lo mejor será, pues, acudir a la homeopatía.
Les daré la receta del edulcorante homeopático, con la que se entretendrán un buen rato. Así, podrán prescindir del trabajo de las multinacionales farmacéuticas y asegurar que todo el proceso es artesano, ecológico y chachi.
Necesita una cucharada de azúcar. Un terrón también vale. Si fuera posible, azúcar ecológico libre de transgénicos y tal, y les dejo la opción de escoger entre azúcar de la remolacha o azúcar de caña. También necesitan mucha agua, cuanto más pura, mejor. Mucha agua, ya les digo. Al menos, cien vasos de agua pura, uno al lado del otro.
Tomen un vaso de agua, el primero. Échenle una cucharada o un terrón de azúcar. Pero ¡no lo agiten! No, por favor. No hay que agitar, hay que potenciar la dilución. Para ello tomen una biblia y denle tres golpecitos al vaso con ella. Un, dos, tres. Si no, siempre pueden emplear una cucharilla de plata, una varita de palisandro, hasta podría valer dar los tres golpecitos con el dedo recitando Cura sana, cura sana, culito de rana. Lo que prefieran.
Tomen una gota (una) del agua potenciada del primer vaso y échenla en otro vaso, el segundo, lleno de agua sin potenciar. Vuelta a empezar. Tres golpecitos.
Tomen una gota del agua potenciada del segundo vaso y échenla en un tercero. Potencien el agua del tercero con los tres golpecitos, tomen una gota del agua potenciada y échenla en un cuarto vaso de agua sin potenciar.
Así hasta un mínimo de cien (100) veces. Los homeópatas más puristas aseguran que el edulcorante homeopático funciona mejor si se hace doscientas (200) veces, pero con cien ya hay de sobras.
El centésimo vaso está lleno del edulcorante homeopático que les he prometido. Tienen para un mes, o más. Libre de sacarinas, libre de azúcar, libre de cualquier cosa que no sea agua. Eso sí, con memoria.
Venga la hora del café. Tomen el cuentagotas y echen una gotita del edulcorante homeopático en la taza. ¡Una gota! ¡No más! Con eso hay más que suficiente.
Y ya está.
Ahora bien, si quieren ahorrarse todo este trabajo, aprendan a tomar el café sin azúcar. El sabor es el mismo que con edulcorante homeopático y se ahorran el ridículo.
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