El triunfo del alcohol



Dicen que don Bjørn Halvard Knappskog, noruego, es el actual campeón mundial de Monopoly. Ah, muy bien, me dirán. Pero ¿a quién le importa? Pues a mí me importa lo mismo que el F.C. Barcelona gane el Campeonato de la Liga Española de Fútbol Profesional o pase a segunda regional, pero resulta que en este país vivir ajeno al fútbol resulta del todo imposible. Es un suplicio.

Un suplicio subvencionado. Fíjense. El recorte que ha hecho la Generalidad de Cataluña en los presupuestos de las universidades catalanas el año pasado equivale al dinero que sigue pagando y no ha dejado de pagar a los equipos de fútbol de primera y segunda división ya sea directamente o ya sea mediante contratos de imagen, derechos de emisión, etc., que paga la radiotelevisión pública catalana.

¿No les parece un escándalo? A mí me parece que un escándalo mayúsculo. Me parece obsceno, qué quieren que les diga.

Pues, como decía, el equipo de primera división del F.C. Barcelona ganó el Campeonato de la Liga Española de Fútbol Profesional y las autoridades se apresuraron a organizar el colapso de la ciudad para que los futbolistas pudieran celebrar un triunfo. Cortaron calles y avenidas y las televisiones públicas retransmitieron el acontecimiento con todo lujo de detalles.

Es posible que la sociedad necesite héroes, quizá santos. Gentes que llegan muy lejos gracias a su perseverancia, inteligencia, trabajo y sacrificio, que procuran un bien para la sociedad, etcétera, etcétera. Llegados a este punto, pudo contemplarse en vivo y en directo el ejemplo de nuestros héroes futboleros, su edificante comportamiento, su evidente savoir faire.

Un bello espectáculo.

Borrachos como cubas, chispas unos, piripis todos, exhibían a los cuatro vientos su memez alcohólica y hacían gala de andar con un pedo como una catedral. Sólo les faltó andar con la chorra al aire, o quizá esa parte la censuraron en televisión, porque sabemos que Piqué lanzó sus calzoncillos al público, y lo que no sabemos.

A tal punto llegó el espectáculo que el subdirector general de Drogodependencias de la Agencia de Salud Pública de la Generalidad de Cataluña, don Joan Colom, le ha pedido al Barça que haga una reflexión, porque la rúa (nombre que se le da al triunfo etílico) le pareció un espectáculo de baja calidad. Bonito eufemismo para describir la mierda que llevaban encima.

Un fabricante de bebidas alcohólicas patrocina el F.C. Barcelona y éste responde emborrachándose en público.

El alto funcionario tuvo que andar con mucho cuidado para no mentar la marca Estrella Damm, que patrocinó el desfile de pedorros. Estrella Damm es, por si no lo sabían, una marca de cerveza, lo que añade leña al fuego. Lástima, porque podría haber dicho las cosas por su nombre y decir que es un contrasentido prohibir fumar y beber en el estadio de fútbol y luego mostrar a todos los jugadores con una curda como un piano promocionando una marca de cervezas delante de mujeres y niños.

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