El patrimonio arquitectónico de Barcelona es notable. De hecho, es una de las razones que han convertido a Barcelona en un reclamo turístico. Así, las personas que buscan lo que todos, alcohol, sexo y playa, pueden argumentar, de vuelta a casa, que han visto la gran obra de Gaudí y el museo del Barça y pasar por gente culta y leída.
Sí, tenemos un patrimonio arquitectónico de miedo. Pero no hay que dejarse deslumbrar por los grandes fastos de la hortera y desmesurada Sagrada Familia, que hay mucho de bueno y mejor en la ciudad. Sin ir más lejos, la humildísima escuela para los trabajadores de la Sagrada Familia, construida por Gaudí y hoy restaurada y dentro de la zona de pago del Templo Expiatorio, supera con mucho y con creces al templo que tiene detrás.
Uno de los edificios más notables de la Ciudad Condal es, sin duda, la casa Planells, restaurada hace poco, pero sin llegar al fondo de la restauración. Con todo, su aspecto ha mejorado muchísimo. A dos calles de la plaza de la Sagrada Familia, vale la pena echarle un vistazo y disfrutar de algo tan inteligente y bello.
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