VHS


Sitges estaba cubierta por una señal analógica terrestre de televisión hasta hace unos meses. Ahora está cubierta por una señal digital. En consecuencia, nuestro viejo televisor ya no puede reproducir la señal que recibe del éter si no compramos no sé qué aparato y lo conectamos a la antena. Si la programación digital fuera buena y tuviera una calidad digna... En resumen, qué pereza y qué ganas me entraron de convertirme en ingeniero electrónico.

Eché mano del VHS. La colección de cintas de vídeo de la familia se había acumulado en Sitges, junto con un reproductor. No nos atrevimos a tirar las películas y la colección es notable en cantidad y calidad. En vez de aguantar telediarios huecos y tertulias insoportables, obscenidades y basura televisiva diversa, mis reposos entre playa y paseos estaban llenos de literatura y películas. Corrieron las cintas de Río Rojo, El signo del Zorro, La taberna del irlandés, El prisionero de Zenda, Cosas que hacer en Dénver cuando estás muerto, Bullit, La diligencia, Los caballeros de la Tabla Cuadrada, El acorazado Potemkin, las tres películas de la serie El Padrino... Un larguísimo etcétera, un catálogo de deleites, tragedias, comedias y emociones sin anuncios que ponía día y noche, una tras otra. Eso sí, rebobínense las cintas al final, por favor, mientras se medita sobre el espectáculo y se emula a Douglas Fairbanks con un tenedor en la mano. En garde!

Unas vacaciones sin televisión ni radio ni periódicos son verdaderamente saludables, lo juro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario