Mis libreras favoritas señalaron el libro expuesto y sin dudarlo, antes de leer siquiera el título o saber del autor, lo puse en la bolsa de los libros. No me cuestioné su elección ni medio segundo, y la lectura de Una noche en Mozambique me ha (les ha) dado la razón. Es un libro magnífico.
Laurent Gaudé es un autor de cierto éxito y prestigio. Es un tipo joven (permítanme la coquetería, pues nació siete años después que yo), es novelista, dramaturgo, se gana la vida con la pluma y ya lleva en la mochila premios como el Goncourt, el Premio de los Libreros (de lengua francesa), etc., lo que no está nada mal, señores, nada mal. Una noche en Mozambique (Dans la Nuit Mozambique) la traduce Jordi Martín Lloret y la publica Salamandra.
Son cuatro relatos. El primero, Sangre negrera, con el regusto de los relatos de terror románticos y espantosos, rastrea la maldad humana y sus consecuencias. El segundo, Gramercy Park Hotel, en el fondo una historia de amor y añoranzas, es el único relato que no tiene que ver con África y es, vaya mi modesta opinión, el más flojo de los cuatro (aunque su final es bonísimo). El tercero, El coronel Barbaque, es inevitablemente comparado con El corazón de las tinieblas, de Conrad, al que rinde homenaje y en el que se inspira al menos en parte. El cuarto, Una noche en Mozambique, es quizá el más redondo y perfecto de todos y tiene también una alma conradiana evidente. Conrad habita entre nosotros, podría concluir alguien un tanto más grandilocuente y exagerado que yo. No será tanto, pero Gaudé es bueno, caramba. Lean Una noche en Mozambique.
Laurent Gaudé es un autor de cierto éxito y prestigio. Es un tipo joven (permítanme la coquetería, pues nació siete años después que yo), es novelista, dramaturgo, se gana la vida con la pluma y ya lleva en la mochila premios como el Goncourt, el Premio de los Libreros (de lengua francesa), etc., lo que no está nada mal, señores, nada mal. Una noche en Mozambique (Dans la Nuit Mozambique) la traduce Jordi Martín Lloret y la publica Salamandra.
Son cuatro relatos. El primero, Sangre negrera, con el regusto de los relatos de terror románticos y espantosos, rastrea la maldad humana y sus consecuencias. El segundo, Gramercy Park Hotel, en el fondo una historia de amor y añoranzas, es el único relato que no tiene que ver con África y es, vaya mi modesta opinión, el más flojo de los cuatro (aunque su final es bonísimo). El tercero, El coronel Barbaque, es inevitablemente comparado con El corazón de las tinieblas, de Conrad, al que rinde homenaje y en el que se inspira al menos en parte. El cuarto, Una noche en Mozambique, es quizá el más redondo y perfecto de todos y tiene también una alma conradiana evidente. Conrad habita entre nosotros, podría concluir alguien un tanto más grandilocuente y exagerado que yo. No será tanto, pero Gaudé es bueno, caramba. Lean Una noche en Mozambique.
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