A media hora de la tarde, todos corren a sus puestos. Entre la sortida d'ofici y la procesión de San Bartolomé, sea loado, ha habido una comilona de Fiesta Mayor (canelones, como mínimo), un vermú amenizado con los sones de la banda de música y una siesta imprescindible, en especial para los noctámbulos. Los bailarines, las autoridades civiles, militares y eclesiásticas y el pueblo en general comienza a espabilarse. Dos demonios con timbales fuman un pitillo en la entrada de la Rectoría antes de acudir a la llamada de Lucifer. Ya falta menos.
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