Ratas voladoras

Andy Warhol, que era un tipo muy raro, dijo de las palomas de Nueva York que eran ratas con alas. Algo de eso habrá, porque el control de la población de palomas de Barcelona corre a cargo del servicio de Vigilancia y Control de Plagas Urbanas, que depende de la Agencia de Salud Pública de Barcelona. Lo digo porque se ha publicado en los periódicos que la población de palomas de Barcelona supera diez veces la media europea, y queda en unas cuatro mil palomas por kilómetro cuadrado (en Ciutat Vella, serán seis mil quinientas). Más de un cuarto de millón de palomas, llenas de bichos y microbios y tal, dicen, volando por la ciudad. Y los periódicos, como se agostan en verano, dan pábulo a noticias que en circunstancias normales apenas merecen una nota.

Por eso, don Víctor Peracho, el jefe del mencionado servicio, se ha convertido inesperadamente en noticia cuando ha mencionado el asunto en público. Del anonimato de su despacho a la primera página de los periódicos locales. Entre otras cosas, porque el señor Peracho ha anunciado una campaña de colombocidio (como viene anunciándola cada año). Una empresa de sicarios colombocidas (Colomba Control) capturará este año unos sesenta mil ejemplares de ratas voladoras (Columba Livia) y las gaseará con dióxido de carbono. El señor Peracho también ha pedido la colaboración ciudadana, y ruega al común que no alimente a las palomas, que luego se crecen y reproducen. ¿Verdad que no dan de comer a las ratas? Pues no jueguen con las palomas, hombre.

Le ha faltado tiempo a la Asociación de Defensa de los Animales (ADDA) para cargar contra las medidas anunciadas por el señor Peracho. Califican el método colombocida de cruel e inhumano, y proponen medidas más guays, como, por ejemplo, instalar palomares ecológicos (sic) para que las palomas hagan sus nidos y entonces, con alevosía y nocturnidad, cambiar los huevos que pongan las palomas por otros de plástico (reciclado, supongo), para que las palomas no sufran un trauma, sigan en el palomar y no se vayan a anidar a cualquier otra parte. Es que las palomas son unas perdidas y se van con el primero que pasa, mire usted. También reclaman puntos señalados y regulados para que los ciudadanos bondadosos y de buen corazón den de comer a las palomas: titas, titas, titas... El señor Peracho se ha mordido los bigotes para no decir palabrotas y ha respondido que no tiene ni tiempo ni dinero para andar cambiando huevos de verdad por huevos de mentirijillas, y de poder cambiarlos, añade, no iba a servir de nada todo el trabajo.

Así están las cosas.

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