Il buttafuori Bergoglio


Los caminos del Señor son inescrutables.

El otro día me escribió un amigo y amable lector de El cuaderno de Luis. Me remitió a un titular que decía El papa trabajó de portero de discoteca, con letra grande a varias columnas. Se reía pensando en las barbaridades que sería capaz escribir sobre esto. 

Yo, también, porque el chiste es fácil. Particularmente, cuando todo el mundo sabe que el portero de discoteca de verdad es San Pedro, que se planta en las puertas del Paraíso y se arroga el derecho de admisión. De ahí las llaves con las que siempre se le representa, de ahí que el escudo del Vaticano lleve dos llaves cruzadas, porque el papa es Pedro. Porque, simplifiquemos, la Iglesia hace de portera de la discoteca paradisíaca en la religión católica, y lo digo sin ánimo de ofender, que conste. Lo dice en Juan 20, 23, si no me equivoco. 

Lo cierto es que el papa Francisco sale con lo de portero de discoteca cuando el papa Benito (o Benedicto) que le precedió insinuó que el rocanrol estaba inspirado por el diablo (sic). La curia vaticana está desconcertada, de aquí para allá, y los católicos más carcas, confusos. Quizá Francisco nos está diciendo que los Bee Gees y la disco de los sesenta y setenta no eran músicas rocanroleras. Me pierdo en estos debates teológicos.

Dicho esto, acudo a las fuentes. Los titulares de varios periódicos, en efecto, anuncian uno de los oficios que ejerció el joven Bergoglio para ganar cuatro perras e ir tirando. Sabíamos que había trabajado en un laboratorio de química, como mozo, pero portero de discoteca... Buttafuori, que dicen en italiano, el que te echa fuera. ¡Qué titular tan goloso! Pero ¿cuándo, cómo lo dijo?

El papa Francisco saltándose el protocolo en el barrio de Tor Sapienza, Roma.

Como Obispo de Roma, se ha aficionado a visitar las parroquias de la ciudad, prescindiendo de muchos protocolos, a decir de los vaticanistas. L'Osservatore Romano, el periódico del Vaticano, tiene dificultades para explicar lo que hace el papa Francisco, porque sale por donde menos se le espera. El asunto del papa portero de discoteca lo ventiló diciendo que Su Santidad aleccionó a los feligreses con (cito) una especie de cuento biográfico a través de pequeñas imágenes. ¡Vaya con las imágenes!

La visita del papa alborotó todo el barrio y nadie quiso perdérsela.

Vayamos al grano. Confesó su antigua ocupación en la parroquia de San Cirilo Alejandrino (San Cirillo Alessandrino), en el barrio de Tor Sapienza, en Roma. Esto es mucho decir. El barrio es difícil (eufemismo). Quiero decir que es un barrio proletario urbano, un barrio de periferia o extrarradio, encajado entre autopistas y líneas de ferrocarril y de alta tensión, con bloques de edificios anónimos, impersonales, de mala calidad, donde malviven los romanos menos favorecidos por la suerte o las circunstancias, y muchos inmigrantes.

Que el papa Francisco se lance de cabeza a esos barrios y prescinda de protocolos en estas visitas da en qué pensar. Hay quien afirma que Su Santidad echa mano del populismo; hay quien sostiene, en cambio, que intenta cambiar el rumbo de la Santa Madre Iglesia, inclinándola hacia los pobres. Dejo el debate al gusto de cada cual. Yo sólo diré que, ahora mismo, hay pocos personajes públicos que manifiesten en voz alta que la misión de la política es ayudar y proteger a los que menos tienen y acabar con la injusticia social y económica. 

Luego podremos hablar de sexo, de pecado y de lo que quieran y estar de acuerdo o en desacuerdo con el papa Francisco; pero habrá que darle la razón (al menos, en parte) cuando señala con el dedo la vergüenza de la discriminación o la injusticia. 

Francisco, charlando con los feligreses de San Cirillo Alessandrino de tú a tú.

A decir de los periodistas italianos, Su Santidad dió la misa y después se quedó a charlar con los feligreses, despreocupadamente, ¡durante cuatro horas! ¡Cuatro! ¡Argentino tenía que ser! Imagino a los guardaespaldas de la Guardia Suiza, desesperados, pobrecitos, qué trabajo les ha caído encima. Pero también imagino a las pobres gentes que pudieron charlar de tú a tú ni más ni menos que con el Santo Padre, que además fue buttafuori y ahora es inmigrante por obra del Espíritu Santo y un colegio de cardenales.

El automóvil que emplea el papa en sus desplazamientos, con matrícula vaticana.
Francesco ha prescindido del Mercedes de Benito y no le dejan emplear el Renault 4 que le regalaron.
Término medio, un Ford Focus.

L'Osservatore Romano dijo, con ese lenguaje tan demodé, lo que sigue: Enseguida se entendió que sería una visita fuera de los esquemas dictados por el protocolo. En cuanto salió del utilitario azul [un Ford Focus] a bordo del cual llegó, antes de entrar en el edificio parroquial, Francisco se paró a saludar a un grupo de fieles que llevaban un buen rato esperándole, a pesar del viento frío que barría la ciudad. Así, toda la visita. Saltándose las reglas. Hasta dejó ir un chiste de curas: Se sabe que los mejores confesores son los curas desconocidos o los que están sordos. Ahí queda eso. Parece ser que una confesión con un cura al que no conocía de nada lo inclinó al sacerdocio, eso dice.

Se despidió saludando a unos okupas. Eran inmigrantes sin techo. La última sorpresa: fue hacia ellos y escuchó lo que tenían que decirle. Un poco después, se fue de vuelta a casa. Quedaron los periodistas, que corrieron a los teléfonos para dictar la noticia. ¡Apunta! ¡El papa fue portero de discoteca! Caramba.

2 comentarios:

  1. Molt bo.
    Quina tropa, els periodistes (paraula de periodista).

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  2. http://elfactormagia.blogspot.com/2012/06/lacayos-de-satan-en-el-vaticano-el.html
    Click en links

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