Un palo, a decir del comisario


Cada año, Art for Amnesty, una división de Amnistía Internacional, entrega el Premio (traduzco) Embajador de Conciencia, para reconocer el esfuerzo de artistas o activistas de cualquier parte del mundo a favor de los derechos humanos. Muchos conocíamos el premio, pero la mayoría no habían oído hablar de él hasta ahora y la verdad sea dicha, provoca sonrojo el por qué ahora oyen hablar de él. 

El Ayuntamiento de Barcelona anunció, el mes de julio pasado, que Amnistía Internacional entregaría este premio el 19 de marzo de 2014 en el Palau de la Música (un marco incomparable). Ocurre que el anuncio pasó casi desapercibido, porque esa entrega de premios era uno más de ochenta actos previstos para celebrar que han pasado tres siglos desde que Barcelona se rindió y entregó las llaves de la ciudad a las tropas de Felipe V.

La cuestión es que Amnistía Internacional había mostrado interés en celebrar el acto en Barcelona, pero también en otras ciudades, y todavía no se había decidido. De hecho, el anuncio del Ayuntamiento de Barcelona les sorprendió (y no agradablemente, por cierto). Pidieron explicaciones a los munícipes. Ni el Ayuntamiento ni los responsables de los festejos tricentenarios admitieron haber metido la pata. ¡Todo lo contrario! Insistieron en la presencia de Amnistía Internacional para dar lustre al aniversario y munición a las reivindicaciones patrias.

Los comisarios políticos de los actos patrióticos del 2014.
A la izquierda, el comisario Soler, del Ayuntamiento de Barcelona.
A la derecha, el comisario Calçada (antes, Calzada), de la Generalidad de Cataluña.

El comisario de los actos del aniversario bélico, el señor Soler, declaró (cito): Era un acto de ellos, pero les cedíamos el Palau de la Música. [...] Teníamos la fecha. Amnistía Internacional Cataluña estaba al corriente. [...] El acto del organizaban ellos, el guión y los contenidos dependían de ellos. Más garantías no podían tener. Lo declaró en RAC 1, una emisora del Grupo Godó. Cabe decir que malhumorado y nervioso.

Porque los premios no se entregarán en Barcelona. No sé dónde, pero no en Barcelona. Amnistía Internacional España, a través de su presidente, don Alfonso López Borgoñoz, ha asegurado que el Ayuntamiento de Barcelona sabía desde principios de octubre que los premios no se iban a entregar en medio de los actos patrióticos a los que se han entregado los munícipes y el resto de las autoridades del lugar.

Explicó con pelos y señales que ya se había informado de ello al comisario Soler y a los responsables municipales, que, pese a la negativa, habían insistido durante dos meses más para que los premios se entregaran en Barcelona. Porfa, porfa, porfa, decían, y la respuesta ha sido siempre que no, caramba. No. No estaba entre nuestras prioridades, declaró el señor López.

La decisión de Amnistía Internacional se ha tomado en su sede central, en Londres, no en Madrid. Así se anunció el pasado jueves, provocando el enfurruñamiento del comisario Soler. Nunca hubo un compromiso formal para celebrar el evento en Barcelona, dice la nota de prensa. 

El acto en Barcelona (cito) no responde en estos momentos a las prioridades de trabajo de la organización en España, centrada en el seguimiento de la crisis económica y en su impacto sobre los derechos humanos. [...] Amnistía Internacional consideró no comprometerse con la celebración de un evento muy costoso y de indudable riesgo económico. [...] Las celebraciones de carácter histórico, como el Tricentenario, no son el marco natural que corresponde al trabajo de Amnistía Internacional, una organización que salvaguarda ante todo su imparcialidad y no quiere en ningún caso ser malinterpretada en su trabajo, incluyendo las autoridades estatales y catalanas. [...] No organizamos actos junto a organizaciones políticas. Ahí queda eso. Evento caro y costoso, alejado de las prioridades sociales, manipulado políticamente, dicen. Uf.

Según algunos periodistas de El País, por ejemplo, en Amnistía Internacional consideran un insulto a las personas que viven sometidas a regímenes autoritarios y sin garantías ni libertades civiles que se diga que en Cataluña no se vive en libertad, ahora mismo. A poco que echen un vistazo al Anuario de Amnistía Internacional, sabrán por qué dicen estas cosas.

Después de hacer el ridículo, las culpas son de Madrid, por supuesto. Le ha faltado tiempo al comisario Soler para sostener esta tesis universal en la radio y donde convenga. Amnistía Internacional Cataluña estaba al corriente, pero hace cosa de unas semanas se nos hizo saber que Amnistía Internacional España no quería que se hiciera en Barcelona coincidiendo con los actos del Tricentenario, dijo en la radio, con un cabreo evidente. Estoy enfadado y frustrado por el veto de Amnistía Internacional España, añadió. 

Con la oratoria ciceroniana que caracteriza al comisario Soler, verbo culto y conciso, concluyó: Ha sido un palo (sic).


Entonces, el comisario Soler cargó contra Amnistía Internacional. ¿Cómo? Como lo oyen. Mostrando que los actos del Tricentenario son (atención) un homenaje a los derechos civiles como valor de carácter universal (sic), un símbolo de la lucha contra el absolutismo (sic) y preguntándose por qué Amnistía Internacional (España) se niega a participar en este aniversario. 

El comisario Soler reconoció que había habido un fallo de comunicación. Pero ¡atención! ¡Ojo al dato! Dijo: Ha habido un fallo de comunicación entre ellos (sic). Han oído bien, entre ellos, entre Amnistía Internacional y Art for Amnesty, no entre Amnistía Internacional y el comisario Soler. Porque el comisario Soler, en fin, no concibe poder haberse equivocado y concibe menos todavía que Amnistía Internacional haya dicho que no a tan gran oportunidad de reivindicación nacional. Incapaz de concebir una, otra o ambas opciones, tiene que buscar las culpas de su ridículo fuera, en Madrid. En su defecto, en un fallo de comunicación de ellos.

Como se dice vulgarmente, se pasó dos pueblos criticando a Amnistía Internacional y tuvo que corregirse. Amnistía Internacional en Cataluña no tiene culpa de nada, se apresuró a decir después de dejarla a la altura del betún. Pero no se arrepintió del todo, porque bien pronto añadió un comentario un tanto amenazante: No me daré de baja de Amnistía Internacional, pero la próxima asamblea intentaré ir para protestar, de alguna manera. Feo discurso para un comisario político, en suma.

El alcalde Trias y el Ayuntamiento de Barcelona no se han quedado atrás. Amnistía ha vetado el acto [sic] y ha cambiado de parecer, sostiene un comunicado del Ayuntamiento. ¡Ahí es nada! ¡Ha vetado el acto! 

El alcalde tampoco se muerde la lengua: La decisión de Amnistía Internacional está equivocada. [...] No nos lo hemos inventado nosotros, habíamos quedado que sería así, nos dijeron que sí y ahora se han puesto nerviosos. [...] Creo que se equivocan. La ciudad de Barcelona, si uno no se mete en estos líos [sic], es muy atractiva. [...] Pese a todo el proceso que estamos haciendo [sic], mucha gente apuesta por Barcelona. [...] Han suspendido el acto por razones políticas extrañas que no comprendo. Así, con todas las letras: por razones políticas extrañas que no comprendo

¿Quiénes se han puesto más nerviosos? ¿El alcalde, el comisario y compañía o los dirigentes de Amnistía Internacional? Dejo las respuestas a discreción del lector.

Se trata, una vez más, de un ridículo mayúsculo. Un palo, que diría el comisario Soler, haciendo gala de una magnífica prosa.

Más en:

No es la primera vez que Amnistía Internacional se enfrenta a la política de CiU. Hace un par de años, denunció al consejero de Salud, don Baudilio (a. Bío Ruiz), por sostener que la salud no es un derecho de las personas (sic). Allá sigue, el consejero, incrementando la mortalidad en Cataluña, recortando y privatizando.


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