Patria, Dios, Cataluña


Charlton Heston separó las aguas del Mar Rojo.
Artur Mas separa lo malo (Madrid) de lo bueno (él). 

El Asunto alcanza proporciones bíblicas, literalmente. Se inició en las últimas campañas plebiscitarias (es decir, autonómicas), cuando el líder patrio de la extrema derecha local se presentó con los brazos abiertos alzándose sobre la multitud, en plan Charlton Heston abriendo las aguas de un Mar Rojo de mentirijillas. Perdió doce diputados. Pero ¿creen que se desactivó el mesianismo? ¡Quiá!

Todo lo contrario. Porque al profeta se le han sumado los curas y la Cuestión deviene ahora religiosa, si es que ya no lo era. De entrada, los curas de Madrid (es decir, la Conferencia Episcopal Española) han criticado que una voluntad local (sic) altere el orden jurídico del Estado, porque tal suceso es (cito) inadmisible y moralmente inaceptable. Especialmente, en un Estado social y de derecho, democrático, etcétera. 

¿No lo recuerdan? 2010. El Gobierno de los Mejores inició su singladura con una bendición del señor obispo, como antaño. A partir de ahí, dedicó todos sus esfuerzos a la cristiana y meritoria labor de amargar la vida a los pobres, recortando la sanidad y la educación públicas y los servicios sociales.

Ha faltado tiempo para que ya se alcen voces citando el Evangelio según San Juan, aquello de Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Dicho de otra manera, que los curas se encarguen de las ánimas y no nos toquen las narices, que no tienen vela en este entierro. El Estado y la Iglesia ya no son lo mismo, insisten. 

Tienen razón, porque el Estado tiene que ser independiente de la ideología, tiene que tratar a todos por igual, tiene que ser laico. Eso vale tanto para una religión espiritual como para una religión nacional. Allá cada uno con su identidad o mezcla de identidades. El Estado sólo tiene potestad para entrometerse en las acciones de las personas a las que da cobijo. Los sentimientos, identidades o preferencias de esas personas no son asuntos de su incumbencia. Sólo importa qué hacen o acaban haciendo. Fin.

No faltan mesías e iluminados en Cataluña. La monja Forcades, por ejemplo.

Pero los mismos que nos recuerdan que los curas de Madrid se metan lo moralmente inaceptable por donde les quepa van y se aplican la máxima de criticar la paja en el ojo ajeno con una viga encastada en el propio. Véase:

Si la Conferencia Episcopal Española opina sobre la ética de los actos políticos, los monjes de la abadía de Montserrat proclaman que el Proceso está bendito desde el Cielo. El lunes, el padre Plans dijo en el sermón (traduzco literalmente): 

El año que viene seremos consultados sobre nuestra identidad como pueblo de Dios [sic]. Estos últimos años, nuestros obispos han reiterado que reconocían la personalidad y los rasgos propios de Cataluña, en el sentido genuino de la expresión, y defendían el derecho a reivindicar y a promover todo lo que ello comporta de acuerdo con la doctrina social de la Iglesia. Por eso nos duele que el camino que sigue nuestro pueblo sea considerado por algunos cristianos imprudente y moralmente inaceptable.

¡Nuestra identidad como pueblo de Dios...! ¡La madre!

Franco, agasajado en Montserrat por el clero y la burguesía de Cataluña.
Él también era Caudillo por la Gracia de Dios, aunque nunca comprendí el chiste.

Luego añadió, palabra de honor, lo siguiente: El pueblo [catalán] nunca más será esclavo. ¿Hablaba de cuando fue sometido por el general Franco con la bendición de toda la Iglesia, la catalana también? ¿O acaso insinúa que ahora mismo vive esclavizado por un régimen que garantiza las libertades y los derechos humanos de todas las personas? Porque ¿de qué o quiénes estaba hablando? 

Himmler visitó la abadía de Montserrat, buscando el Santo Grial.
Otro ejemplo de dónde nos lleva uno que se cree avalado por la historia.

Ahí queda eso. La doctrina social de la Iglesia combate la explotación y el abuso del hombre por el hombre, un combate justo y necesario, pero la identidad antropomórfica de un territorio o las ideas nacionales de sus habitantes quedan fuera de toda discusión clerical. Pero ¡en fin! Les da por ahí y el reparto entre Dios y el César es uno en Cataluña y otro en el resto de España. Lo que es pecado en Madrid es santo en Cataluña, porque nosotros somos pueblo de Dios y ellos son cosa del diablo, ya ven.


Éramos pocos y parió la abuela. Cristianos por la Independencia, una secta, perdón, sectorial de la Asamblea Nacional de Cataluña (ANC) nos sale con éstas. Copio y traduzco:

Una pleagaria de acción de gracias, el 18 de diciembre, a las 9 h. de la noche en la Cripta de la Sagrada Familia de Barcelona. [...] [Una eucaristía] para invitar a hacer balance, a recordar todo lo que se ha hecho y renovar conjuntamente las fuerzas y el compromiso con lo que nos espera, con plena confianza en el éxito del camino [hacia la independencia]. [...] Estamos viviendo uno de los momentos más decisivos para nuestra nación y los cristianos sabemos de la fuerza espiritual que tiene la acción de gracias y la plegaria, fuerza que revierte indudablemente en la manera como actuamos en el mundo. Por este motivo, invitamos a todos nuestros conciudadanos a dar las gracias por el Proceso que estamos viviendo y a pedir coraje y sabiduría para afrontar de forma cívica, pacífica, democrática, valiente, generosa y perseverante, los retos de 2014. [...]

Amén. 

Hermanos, pocas veces hemos necesitado tanto un milagro. No pido que baje el Espíritu Santo y se pose sobre todos nosotros, Jesusito. Me conformo con que baje el sentido común.

Así que, ya saben, si no quieren la independencia, no sólo no serán catalanes, sino que además ingresarán en el club de los apóstatas, herejes y malditos. Tendrán todos los números de la rifa para ser tratados igual que la peste. La maldad y el pecado habita en ustedes y ¡ojo! No se descarta que Presidencia solicite en Roma las competencias del Tribunal del Santo Oficio.

La Causa cuenta con la ayuda de Dios, o eso creen los que la fomentan. Sinceramente, además. Esa creencia, en todos los casos que conozco, ha sido nociva, perniciosa y violenta.

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